domingo, 31 de enero de 2010
Una nota sobre Salinger
En realidad, Jerome David Salinger se murió para todos hace 47 años, cuando decidió encerrarse en su casa de un pequeño pueblo de Estados Unidos. A partir de allí, despreció los premios literarios y rechazó entrevistas y ser fotografiado: solo se contactaba con el exterior por teléfono. Lo que luego se publicaría de él no serían más que rumores o hechos indirectos que, de manera curiosa, solo aumentaron el mito del hombre que alguna vez dijo: “Estoy en el mundo, pero no soy parte de él”. Desde el 27 de enero, aunque inmortal por sus textos, sí que ya no lo es.
ADMIRACIÓN. Salinger, ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, comenzó divulgando sus cuentos en la revista New Yorker. Los más célebres fueron, precisamente, Un día perfecto para el pez banana –donde habla de un ex soldado cuya vida se le hace insoportable– y Para Esmé, con amor y sordidez. Pero, el libro que lo convirtió en autor universal –al punto de que su novela fuera de lectura obligatoria en las escuelas de su país– fue El guardián entre el centeno, una obra que generó fanatismo incluso entre criminales tan tristemente famosos como Mark Chapman, quien, al momento de asesinar a John Lennon, llevaba un ejemplar bajo el brazo.
En la novela se habla de Holden Caulfield, un adolescente crítico que cuestiona los valores de su sociedad a través de un lenguaje directo y desenfadado, y en donde se apuesta, precisamente, por lo 'no dicho’ –un estilo similar al de Hemingway, de quien Salinger fue amigo, pero, luego, evitó–. Sin embargo, más allá de la calidad de su prosa, parte de su éxito se sustentó en la época que fue publicado el volumen, como bien lo recuerda el escritor Iván Thays: “Esa obra fue escrita en el contexto de la posguerra, cuando hubo necesidad de asumir que se había perdido el rumbo. Se editó en un país que, después de haber triunfado en una guerra y superado una crisis económica, seguía siendo aplastante contra los que no comulgaran con el imperialista 'sueño americano’”.
CUESTIÓN DE EGO. ¿Por qué su enclaustramiento si, aparentemente, era un escritor reconocido ya para su tiempo? Fernando Ampuero, cronista y escritor, tiene una teoría: “Él vivió en una generación de escritores muy brillantes pero arrogantes, algunos de los cuales lo acusaron de ser un 'autor de adolescentes’. Norman Mailer, por ejemplo, hizo público su desprecio por él. Salinger, quien era neurótico y narcisista, y muy exigente consigo mismo, no pudo soportar ese desdén y decidió retirarse de la vida literaria”.
Es probable. Salinger era un tipo extraño que no dudaba en tirar disparos al aire con su escopeta cada vez que algún desconocido se acercaba a su casa. Su hija publicó, no hace mucho, una biografía donde lo denuncia como un sujeto pedófilo, un pervertido que gustaba de hacer llamadas obscenas, que tenía secuestrada a su esposa, que practicaba la cienciología y que solía beberse su propia orina.
Sin embargo, ahora que el escritor ha muerto, todos sus admiradores se hacen una sola pregunta: ¿qué habrá escrito Salinger en sus casi 50 años de encierro? Su editor dice que no tiene indicaciones de nada, pero hay quienes aseguran que son varios libros, todos guardados en una caja fuerte, y que, por sus propias indicaciones, serán publicadas de manera póstuma. El día perfecto del pez banana al fin llegó.
(by CCV)
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