viernes, 24 de setiembre de 2010

El futuro del libro

Nelson, Coupland y Alice son las nuevas plataformas del futuro donde la experiencia de la lectura de textos científicos, ensayos o ficción toman una nueva dimensión. El lector no es más un observador, sino que participa entrando en mapas topográficos de la narración, foros, consultas bibliográficas, historias ocultas, grupos que comparten el mismo interés, críticos, ilustraciones y mucho más.

The Future of the Book. from IDEO on Vimeo.

jueves, 16 de setiembre de 2010

Arte poética



Inmediatamente después
De haber leído estas palabras
Cerrar puertas y ventanas
No parpadear demasiado
No asustar la temblorosa
Mariposa amarilla
Posada en una silla
Tirar la cadena del water
Y dejar correr la vida
Como si nada hubiera pasado
Responder al teléfono enseguida
Hablar de cosas tontas y sabidas
Del costo de la fruta por ejemplo
Y de la misma muerte si fuera necesario
Colgar el teléfono otra vez
Con gran cuidado
Pero considerando ahora
Que el mundo entero es solamente
Esta misteriosa
Mariposa amarilla
Posada en una silla

Jorge Eduardo Eielson

viernes, 10 de setiembre de 2010

Futuro marchito: Tan cerca de la vida (Santiago Roncagliolo).



Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), premio Alfaguara 2006 con Abril rojo y cuya novela Pudor fue llevada al cine por los hermanos David y Tristán Ulloa, presentó ayer, Tan cerca de la vida, en España. El residente madrileño dijo también que no volvería a escribir sobre política, (su último libro, Memorias de una dama, lejos de ser político, fue censurado) apuesta ahora por una novela ambientada en el futuro. La revista Somos publicó un extracto y entre paréntesis he apuntado mis comentarios de lo que me parecieron estos párrafos iniciales. Estas son impresiones iniciales, pues no he leído toda la novela, y creo que quedarán así.

Me parece que existe un error de verosimilitud en cuando a la ambientación del tiempo. Aquí el extracto:

Tan cerca de la vida

La convención se inauguraba esa tarde, en el mismo hotel, pero en un piso aún más laberíntico que el de su habitación (si está escribiendo como español, se refiere al departamento, pero al hacer la comparación con su habitación… ¿se refiere a eso? ¿O se estará refiriendo al piso como nivel? En este caso, ¿por qué comparar la habitación con un piso? Más adelante dice que la convención tenía 500 m2 ¿es este un departamento o un piso? ¿Y qué significa laberíntico? ¿Desordenado o un laberinto por las estructuras?) Tras casi media hora deambulando por los pasillos, entre reuniones de negocios ajenas (debería decir ajenos) y versiones muzak de los Beatles, Max encontró el lugar. En la entrada lo recibió un robot, (aquí el narrador nos explica qué es un robot, si están en el futuro ¿no se supone que se sobreentiende qué es un robot? Podría estar equivocado en el sentido que más adelante, en la novela, se explique las intenciones del narrador, como un documento que se enviará al pasado donde nadie sabe qué es un robot.) un pequeño armatoste hecho de circuitos y tubos como el esqueleto de un niño. Su voz era aterciopelada (voz aterciopelada, ¿cómo es una voz aterciopelada?), gentil, y estaba pregrabada en tres idiomas:

—Buenos días y bienvenido a nuestra convención sobre inteligencia artificial. Mi nombre es TRUD y soy un módulo de atención al visitante. Por favor, seleccione una opción y vocalícela: ¿viene usted como participante o para visitar nuestra sala de exposiciones?

Max se sentía como un turista. De todos modos, respondió (¿si se sentía turista significa que tendría dificultad para responder? No entiendo por qué un turista tendría que hacer un esfuerzo para responder, ese, de todos modos, está demás.):

—Participante.

—Entonces debe usted disponer de un asistente personal. Por favor, entréguemelo.
Max echó mano del pequeño cuadrado negro que llevaba en el bolsillo (¿Por qué una persona que trabaja en logística de sistemas informáticos le dice cuadrado negro? Esto se sustentaría si fuera muy anciano, nunca lo sabré). Aún llamaba a ese aparato «teléfono». Y sin embargo, era consciente de que las posibilidades de esa maquinita eran mucho más amplias, y de que llamarla así frente a sus compañeros podía acarrearle infinitas vergüenzas (infinitas vergüenzas, parte del humor de Roncagliolo). Todos en la corporación poseían un asistente personal, y comentaban constantemente sus múltiples prestaciones. Aparte de las funciones tradicionales de entretenimiento, información y comunicación, algunos de sus colegas lo usaban para seguir sus rutinas en el gimnasio, como GPS o incluso para consultar su carta astral (No entiendo por qué señala que incluso se usaban para rutinas de gimnasio, GPS y consultas de cartas astrales, si estas son funciones comunes en los celulares de ahora. ¿El narrador conoce o no este futuro?). Una vida entera cabía en ese adminículo tamaño bolsillo con pantalla digital (Otra vez una descripción que no corresponde).Le dio el aparato al enano metálico (el narrador desprecia los robots, ¿por qué los califica? ¿Es el narrador parte de la historia?), que lo conectó en uno de sus sensores. Su rostro, una pequeña máscara blanca, emitió una luz verde.

—Bienvenido, analista de logística Max —proclamó con alegría electrónica—. Nos satisface contar con usted. Esperamos que disfrute de esta experiencia.
Max ingresó al salón de exposiciones, que medía unos quinientos metros cuadrados. Le sorprendió descubrir que no había vitrinas (¿Por qué le sorprende no ver vitrinas, en el futuro, ¿todo tiene vitrinas?).

lunes, 6 de setiembre de 2010

¿Qué se ama cuando se ama?



¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Gonzalo Rojas

viernes, 3 de setiembre de 2010

Jardines verticales

Aquí les dejo con unas imágenes de una amiga entrañable, a quien quiero mucho. Muy contento de estar en Lima otra vez y juntarme con el grupo cuentero.