domingo, 31 de enero de 2010

Una nota sobre Salinger



En realidad, Jerome David Salinger se murió para todos hace 47 años, cuando decidió encerrarse en su casa de un pequeño pueblo de Estados Unidos. A partir de allí, despreció los premios literarios y rechazó entrevistas y ser fotografiado: solo se contactaba con el exterior por teléfono. Lo que luego se publicaría de él no serían más que rumores o hechos indirectos que, de manera curiosa, solo aumentaron el mito del hombre que alguna vez dijo: “Estoy en el mundo, pero no soy parte de él”. Desde el 27 de enero, aunque inmortal por sus textos, sí que ya no lo es.

ADMIRACIÓN. Salinger, ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, comenzó divulgando sus cuentos en la revista New Yorker. Los más célebres fueron, precisamente, Un día perfecto para el pez banana –donde habla de un ex soldado cuya vida se le hace insoportable– y Para Esmé, con amor y sordidez. Pero, el libro que lo convirtió en autor universal –al punto de que su novela fuera de lectura obligatoria en las escuelas de su país– fue El guardián entre el centeno, una obra que generó fanatismo incluso entre criminales tan tristemente famosos como Mark Chapman, quien, al momento de asesinar a John Lennon, llevaba un ejemplar bajo el brazo.

En la novela se habla de Holden Caulfield, un adolescente crítico que cuestiona los valores de su sociedad a través de un lenguaje directo y desenfadado, y en donde se apuesta, precisamente, por lo 'no dicho’ –un estilo similar al de Hemingway, de quien Salinger fue amigo, pero, luego, evitó–. Sin embargo, más allá de la calidad de su prosa, parte de su éxito se sustentó en la época que fue publicado el volumen, como bien lo recuerda el escritor Iván Thays: “Esa obra fue escrita en el contexto de la posguerra, cuando hubo necesidad de asumir que se había perdido el rumbo. Se editó en un país que, después de haber triunfado en una guerra y superado una crisis económica, seguía siendo aplastante contra los que no comulgaran con el imperialista 'sueño americano’”.

CUESTIÓN DE EGO. ¿Por qué su enclaustramiento si, aparentemente, era un escritor reconocido ya para su tiempo? Fernando Ampuero, cronista y escritor, tiene una teoría: “Él vivió en una generación de escritores muy brillantes pero arrogantes, algunos de los cuales lo acusaron de ser un 'autor de adolescentes’. Norman Mailer, por ejemplo, hizo público su desprecio por él. Salinger, quien era neurótico y narcisista, y muy exigente consigo mismo, no pudo soportar ese desdén y decidió retirarse de la vida literaria”.

Es probable. Salinger era un tipo extraño que no dudaba en tirar disparos al aire con su escopeta cada vez que algún desconocido se acercaba a su casa. Su hija publicó, no hace mucho, una biografía donde lo denuncia como un sujeto pedófilo, un pervertido que gustaba de hacer llamadas obscenas, que tenía secuestrada a su esposa, que practicaba la cienciología y que solía beberse su propia orina.

Sin embargo, ahora que el escritor ha muerto, todos sus admiradores se hacen una sola pregunta: ¿qué habrá escrito Salinger en sus casi 50 años de encierro? Su editor dice que no tiene indicaciones de nada, pero hay quienes aseguran que son varios libros, todos guardados en una caja fuerte, y que, por sus propias indicaciones, serán publicadas de manera póstuma. El día perfecto del pez banana al fin llegó.



(by CCV)

jueves, 28 de enero de 2010

Hasta la vista, Salinger



Un personaje misterioso, esquivo con los medios de comunicación, del que apenas se conocen imágenes. J. D. Salinger, autor de El guardián entre el centeno, una novela que ha marcado a miles de jóvenes de todo el mundo, ha fallecido hoy a los 91 años en New Hampshire (EE UU), según ha informado The New York Times.

Nos cuenta también el Jabalí Digital, sobre este afamado escritor:

Sallinger es un tipo raro. Se asegura que espanta a escopetazos a todo el que osa acercarse a su retiro de New Hampshire. Entorno a su principal libro se alza una leyenda monumental, basada en rumores más o menos ciertos.
Es cierto que Mark Chapman, el asesino de John Lennon, leía ese libro durante los días anteriores al crimen. También se asegura que son muchos más los asesinos en serie que tenían "El guardián entre el centeno" como libro de cabecera, llegando a insinuarse que dentro de él existían códigos secretos, claves psicológicas que incitaban a matar. Pues no, siento desilusionar a alguien, pero no es cierto. Aparentemente se trata de un libro anodino, incluso aburrido, cuyo personaje principal, Holden Caulfield, es un adolescente con ciertos problemas de integración. Digo aburrido, porque un servidor, comenzó a leerlo alentado por todos esos rumores y leyendas que hacían pensar que encontraría hordas de sangre, perversiones inimaginables, locuras tipo Lovecraft o desafíos a lo establecido tan desagradables como los del borracho-pesado de Bucowsky. Y sí, encontré algo revolucionario, pero no por que en él aparezcan pasajes extremadamente desagradables, sino por todo lo contrario. Muestra un descontento sutil, un grito ahogado por la sociedad y la cerrazón de la américa de la II guerra Mundial (aun así, mil veces más liberal que la actual). Es, en fin, un libro muy recomendable...

Lo cierto es que el hombre tiene el síndrome Pla, del que ya hablé en otra ocasión y eso le hace parecer más interesante.



La BBC coloca:

The son of a well-to-do Jewish businessman and Scots-Irish mother, Jerome David Salinger was born in New York in 1919 and grew up in uptown Manhattan.

The relationship with his father was cold and his conflict about his being half-Jewish affected him deeply.

He began writing stories when he was thrust into the harsh world of a military academy at Valley Forge in rural Pennsylvania.

He had been sent there after dropping out of the exclusive McBurney School on Manhattan's Upper West Side.

JD Salinger enjoyed early success in the 1940s with the publication of numerous short stories in magazines, among them the New Yorker.

But when the United States entered World War II, Salinger, whose cynicism was a talking-point among his relatives, surprised them by his eagerness to join the Services.

He worked in army counter-intelligence and the bloody fighting he witnessed at close quarters during the Normandy landing and in the Battle of the Bulge was to have a great impact on his life.

According to his daughter Peggy, he witnessed the horrors of the German concentration camps. He suffered something approaching a nervous breakdown and, while convalescing in France, he met and married a French doctor, but they were divorced after eight months.

When The Catcher in the Rye first appeared in 1951, chronicling 48 hours in the life of a teenage rebel, Holden Caulfield, as he wanders the streets of New York in a state of mental collapse, it enjoyed early, but modest success.

But within a few years, it had become a bible of teenage dissent in America and a staple of high school and freshman college English courses.

The novel has sold more than 60 million copies.
A study of adolescence -- at once tender and harshly honest -- it spoke for millions of young people who didn't want to be "phoney" in a commercial, materialistic world.

Caulfield became a cult figure comparable with James Dean, but it seems the novel also had an undesirable influence on Mark David Chapman, who said he killed John Lennon to promote Salinger's work, and the man who shot and wounded Ronald Reagan, John Hinckley.

Almost immediately after "Catcher" was published, Salinger became disillusioned with publishing.

He hated interviews and contact with the public and in 1953, increasingly fed up with publishing and the public, he bought a house at Cornish, New Hampshire, and retreated into a seclusion that was to last for the rest of his life.

His subsequent books - only three more were published - were all best-sellers. Perhaps the most interesting was Franny and Zooey, but critics felt they all lacked the freshness and drive of Catcher.

No new Salinger fiction has appeared since 1965 and Salinger has done everything possible to try to thwart the efforts of biographers.

In 1987, the US Supreme Court upheld a claim by Salinger that his copyright had been violated by a critic of the The Sunday Times who drew on unpublished letters from Salinger for an unauthorised biography he published of him.

Salinger lretreated to his home in Cornish, New Hampshire
Throughout his life, Salinger befriended women younger than himself. He married Claire Douglas, aged 19, when he was 35 in 1954. They had two children and then divorced in 1967.

For nearly 30 years he lived with a woman called Colleen O'Neill (who may or may not have been his wife), leading an ascetic life.

He called himself "a failed Zen Buddhist", walked about in a mechanic's blue uniform, and when he went to local restaurants, ate in the kitchen to avoid people.

Although many years have passed since the publication of any work by Salinger, friends and visitors to his home have revealed that he has a large safe containing at least 15 completed manuscripts.

It's thought they all feature the Glass family, about whom Salinger first wrote in Franny and Zooey. It was thought that at Salinger's death, they could be published posthumously, or destroyed.

Some critics feel Salinger's attitude was best expressed in the opening lines of The Catcher in the Rye.

"If you really want to hear about it the first thing you'll probably want to know is where I was born. What my lousy childhood was like. And how my parents were occupied and all before they had me. And all that David Copperfield kind of crap. But I don't feel like going into it, if you really want to know the truth".

martes, 26 de enero de 2010

Y de repente, un plan de gobierno



Copió mis ideas. Jaime Bayly (Baylys o Bayle) ha publicado en esta dirección http://peru21.pe/impresa/noticia/causas-perdidas/2010-01-26/266525 lo que serían las directrices de su plan de gobierno. Critiquemos:

TRATO IGUAL PARA CREDOS. Ningún país, que se hace llamar laico, debe mantener con dinero de los contribuyentes a determinada religión. ¿Por qué no tener respeto por los ciudadanos peruanos que no creen en ningún credo y obligarlos a mantener sacerdotes? Punto para Baylys.

LIBRE DECISIÓN EN ABORTO. Ya lo había sostenido en un post anterior http://verdeopinion.blogspot.com/2009/10/mejor-aborta-tus-ideas.html . Ninguna persona debe meterse con la desición de una mujer adulta y de lo que hace con su cuerpo. La moral y la conciencia colectiva vive muy bien con gente muriéndose todos los días en el mundo. ¿Por qué pegan el grito al cielo con los que aún no nacen? Todos los que no apoyan el aborto deberían adoptar un niño no deseado y dedicarse el resto de su vida. Ahí sí corre. Otro punto para el pelícano.

FUERZAS ARMADAS. Ya, sin vainas. ¿Para qué nos invadiría Chile? Terminaría bombardeando sus farmacias, centros comerciales, cultivos, etc. Locos no están. ¿Qué otro país nos podría invadir? Habría que tener una fuerza militar que sirva más dentro del país que esperando en las fronteras una guerra improbable. Se podría tener una suerte policía militarizada que pueda hacerle frente al narcotráfico, al terrorismo, a los pandilleros, ladrones, secuestradores, extorsionadores y al mismo tiempo que estén preparados para defender el país de ser necesario. Por supuesto, esto nunca sucederá. Nunca seremos Costa Rica. Punto para Harry Potter.

UNIÓN ENTRE HOMOSEXUALES. Los seres humanos deben ser completamente libres en cuanto a sus desiciones. Si quieren ser felices o desdichados mediante un matrimonio. Pues ¿quién es el Estado para negarse? Ninguna ley debe estar basada en preceptos religiosos sino en el total respeto del hombre y sus libertados sin poner en peligro a la sociedad como conjunto. Otro más para el canalla.



LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS. La vez pasada me dijeron que era un imbécil por defender la legalización de las drogas. En Amsterdam dicha legalización ha generado un consumo menor y focalizado, además de ayudar a los adictos a encontrar drogas que sustituyan las más dañinas para su salud. Si las drogas serían legales, tendríamos una economía real y no la que tenemos donde ciertos mercados no emergen por ser usados como fachadas de narcotraficantes para lavado de dinero. Además lo prohibido siempre llama más la atención, si no pregunten como se fueron abajo las mafias de licor en Estados Unidos cuando fue liberado el mercado. Quizás no todas las drogas, como dice Bayly, habría que probar con las de menos intensidad a ver cómo reacciona la población. Medio punto para Bayle.

INDULTO A FUJIMORI. Aquí sí Bayly me sonó recontra politiquero, primero ha defendido el indulto a Fujimori y ahora dice que hay que consultar a la población. Está probado que Fujimori cometió delitos, entonces debe pagar por ellos. Si se demuestra enfermedad pues que le den todas las comodidades y atención médica de primera; pero en la cárcel. Nada de vainas, a ver pregunta a los peruanos, Jaime, cuántos desean seguir pagando tributos, para ver sus respuestas. No corre, monaguillo.

REFORMA DEL CONGRESO. Otro disparate. Cerrar el Congreso es dar a este fármaco dependiente carta blanca. Y carta blanca no le daría ni a la Madre Teresa. El Congreso debe continuar, pero debe ser una institución fiscalizada al milímetro, con renovación por tercios, con otra cámara de senadores (que sean puros técnicos). Mi propuesta es que cada congresista tenga una cámara que lo siga las 24 horas como un reality show, a ver si así no se portan bien. Medio punto nomás.

REFORMA EDUCATIVA. Aquí sí. Esto es lo más importante: todos los niños deben tener acceso a una educación como todas las élites. Así, en unos 20 años nos convertimos en una potencia. Pero olvida algo el escritor. Estos niños para ir al colegio primero tienen que comer bien. Entonces el Estado debe focalizar la ayuda alimentaria, una red que determine la ingesta de calorías y proteínas para los menos favorecidos. No es tan difícil. No es imposible.

Por supuesto, yo también soy uno de esos que defienden causas perdidas. Impopulares. Pero en eso también encuentro una pequeña grandeza, la humilde derrota de la honestidad.

lunes, 25 de enero de 2010

El canalla presidencial



Para crear antisistemas nadie mejor que el mismo sistema. Castañeda, gozando de colchón electoral (al menos en Lima) dice que Bayly no es más que un don nadie. Humala (el que era antisistema con la plata de un mal sistema dictador como el que representa Hugo Chávez) lo trata de una dupla gay Bayly y Barba Caballero, su vientre de alquiler. El Apra también lo ningunea y hasta Lourdes se anima a reirse del escritor. Yehude dice que sería un caos que Bayly postule, disculpe barbitas, pero un caos es lo que hacen los políticos de ahora, incluyendo mucho más al gobierno actual al que Usted ha servido, ¿un ejemplo? un nombre nomás: Alva Castro. El aullo de los ya muy intelectualones chicha y politiqueros entronados dicen que es una barbaridad, un chiste de Melcochita, un ajuste urinario. ¿No decían lo mismo de Fujimori y Toledo?

El mensaje es claro. La población no cree más en los partidos políticos, ni en los enternados y eternizados líderes que viven de la coyuntura. La gente no quiere saber de política, no le interesa quién ganará, ni siquiera le importa las encuestas. Esta es una buena oportunidad para que se instituya el voto facultativo. Ahí veríamos tendencias, ganancias, lobbies, ruinas, movilizaciones y partidos preocupados. Así también el cambio congresal por tercios para que no hayan más ladronzuelos de medio pelo, payasos de carpa hedionda, ni patanes cuadrúpedos.

¿Apoyo a Bayly? sí. He perdido la fe en las alianzas políticas, en la centro derecha pi dos cuartos más a la izquierda para parecer chéveres, en los independientes subvencionados, en los intelectuales que no llegan al público y en los fanfarrones que memorizan discursos afiebrados. Me he cansado de los cobrizos que predican a Chávez, de los izquierdistas que penan desde sus tumbas, de los derechistas que no entienden de pobreza, de los políticos que no izan la bandera de la educación y la alimentación para salir de esta bancarrota de una buena vez.

Bayly al menos me parece un trajinado personaje de fábulas para adultos. Una suerte de Mesías de la frivolidad que dejará sin empleo a esos chupamedias que parasitan al Estado hace miles de años. Un escritor azotado por las pastillas ficticias, enfermedades inventadas y pueriles encuentros de tercer tipo. Pero al menos no oculta lo que es, lo poco, mucho que es. Y ojalá que tenga más tiempo de escribir, ya en Palacio, lejos de las cámaras de televisión. A ver si así logra hacer la obra que hace años está buscando hacer.

Votaría por Bayly sólo para verlo debatir con todos los políticos, ver como los ridiculiza. Sólo para conocer todos sus rabos de paja que estoy seguro él conoce. Votaría por él sólo por ver la cara de sus hermanos que no lo quieren. Sólo para verla contenta a su mamá. Para que no le paguemos más los peruanos a los curas católicos, para que no haya más gasto militar, eso sí, si lo suelta a Fujimori, yo mismo le doy vuelta.

Lo conocí de casualidad cuando compraba libros. Estaba firmando autógrafos, fue cordial y amable a pesar de sus ojeras y la humedad del frío limeño. Me preguntó si había leído su último libro. Le respondí que no, que leí uno muy anterior y tuve suficiente. Se rió de buena gana y me firmó uno de los suyos.

sábado, 23 de enero de 2010

En las gardenias, una piedra

A mi amigo Daniel Taipe


Al siguiente día tomó el otro camino, donde no crecían plantas y donde todas las piedras eran pecas sobre una cara corroída por el silencio. Algunas golondrinas volaban bajo entre nubes de polvo como pedazos de papel a medio quemar que escapan de una hoguera. Ladridos de perro a lo lejos. El sonido del río abajo en la quebrada. Un rosario enorme colgaba de su cuello y un ramo de gardenias ondeaban debido a su paso ligero en su mano izquierda, el bolsillo de un gastado saco de gabardina estaba henchido de billetes de cien soles. Tenía un poco de hambre y en las comisuras de los labios se formaba una materia pegajosa y blanca debido a la sed. No disminuyó el paso, ya casi estaba por llegar. Una piedra enorme de forma rectangular estaba postrada sobre la senda, mirando hacia los cuatro puntos cardinales, hacia el sol y hacia la tierra. Bien podría ser una piedra, dijo en voz alta Renzo.

Tenía que pasar por una casa morada y dar vuelta al cerro antes de llegar a su destino. La casa estaba cubierta de una enredadera donde casi siempre veía lagartijas escabulléndose entre las flores azules en forma de campana. En la azotea un perro pequeño vestido con un chaleco negro ladraba y corría de un lado a otro. Una niña con overall, botitas de hule rosadas y cintas del mismo color en las largas trenzas caminaba despreocupada por la orilla con un balde de comida y otro más pequeño lleno de agua. El perro corría a su alrededor dando brincos de alegría y moviendo la cola impetuoso. Me gustaría ser feliz de forma simple, pensó Renzo. De pronto, el perro posó ambas patas sobre el pecho de la niña y esta tras un leve quejido de admiración cayó al suelo. Renzo se acercó corriendo pero nada atinaba a hacer mientras un hilo rojo que salía del oído de la pequeña serpenteaba con una calma inusitada.

Tocó la puerta fuerte y gritó por auxilio. En segundos una mujer de cabello castaño y desordenado gritaba desconsolada de rodillas delante del cuerpo inmóvil de la niña. Renzo corrió a la carretera que se encontraba a medio kilómetro, asido del ramo de gardenias y con la otra del rosario, moviendo los labios repitiendo una plegaria que entrecortaba diciendo Dios mío, Dios mío. En lontananza divisó una destartalada camioneta que transportaba gardenias. La madre de la niña ya corría cargándola hacia la carretera. El la tomó en sus brazos y los tres subieron en la tolva.

El camino transcurrió en silencio. Los ojos de la madre perdidos mirando al horizonte. La niña inmóvil. Renzo aferrado al rosario y a las gardenias. Al cabo de quince minutos llegaron a un centro de salud. Renzo dobló con cuidado un billete y se lo dio al chofer de la camioneta, le dijo que no tenía cambio, Renzo no le respondió y entró con la niña en brazos. El guardián del establecimiento dormía recostado en la puerta. Las dos únicas enfermeras estaban en un poblado cercano enseñando sobre lactancia materna y el único médico de turno estaba sentado tras un escritorio cortándose las uñas.



- La niña está muerta – dijo el médico sacando un pedazo de piel con los dientes de su dedo pulgar, tras auscultarla. – Tengo que hacer el acta de defunción, - agregó.
Renzo miraba como la madre empezó a contarle todo al médico. A veces entre sollozos decía, mi niña, mi niña, interrumpiendo sus respuestas. Renzo quería en ese momento abrazarla, tocar su cabello y decirle lo mucho que lo sentía, lo mucho que le dolía ver a su hija muerta.

- Nombre de la madre – dijo el médico.
- Concepción Regueiros Vda. de Alca.

El médico seguía preguntándole mientras llenaba un papel. En eso se resume tu existencia. En un poco de preguntas y respuestas. Fechas y sucesos que no te describen. Un papel firmado por las uñas cortadas y limadas de un médico que no pasaba los treinta años. Renzo pensaba en todo esto al sacar otros billetes de su saco para dárselo al médico. Luego al gobernador, al teniente alcalde, al dueño del cementerio, al carpintero que ya tenía varios ataúdes listos, al pintor, al enterrador, a un niño para que vaya a buscar al cura. Nadie tenía cambio.

Aquella noche mientras velaban el cuerpo se sentó al lado de Concepción aturdido por el frío que se arrastraba de los nevados, la miraba de soslayo sin decir nada. Llegando la madrugada vio que sus manos estaban teñidas de verde por el ramo de gardenias y que su rosario le había manchado la camisa blanca. Se frotó las manos en su pantalón. Las gardenias aun no estaban marchitas, trajo un poco de agua y se la ofreció a Concepción. Recordó que no había comido ni tomado nada desde que empezó a caminar el día anterior. Pero tomar agua delante de Concepción le pareció un acto frívolo y desconsiderado.

- Doña Concepción, el carpintero me pregunta qué colocar en la cruz.
- Su nombre, - dijo casi delineando las palabras – Consuelo Alca Regueiros.
Quiso también preguntarle la fecha de nacimiento, pero le pareció inoportuno. Regresó al centro médico y lo averiguó. El único carro policía de la zona lo transportó. Les dio los dos últimos billetes.

Los cerros eran los mismos que el día anterior. El valle lleno de un verdor festivo y el murmullo de las aves le parecieron un acto cruel de la naturaleza. El féretro reducido viajaba en sus hombros y en los del enterrador. Al ingresar al cementerio una señora vestida de negro rociaba agua con una regadera al pie de una cruz de madera como la que llevaba Concepción. Sintió más sed. El cura no llegaba. Al cabo de una media hora, el niño con la cara manchada de barro y sudor les dijo que el cura había ido con las enfermeras al pueblo vecino y que vendría mañana.

Renzo tomó su rosario y elevó una plegaria. Cada palabra le parecía torpe y áspera. Concepción no dejaba de ver el ataúd y su lento descenso. Renzo se sacó el rosario y lo guardó en el bolsillo sin decir amén. Tomó las gardenias y las colocó junto a la cruz.

Miro a Concepción, sus ojos cerrados eran dos gaviotas volando al poniente…

viernes, 22 de enero de 2010

Diez Recomendaciones de Faverón



Las recomendaciones de lectura a principios de año son siempre bienvenidas. En esta lista uno puede tener seguridad de calidad entre los peruanos escritores de estos tiempos (casi todos me gustan). Dice así:

Imponer el número 10 como límite trae consecuencias indeseables: podría haber cabido en esta lista algún libro de Jorge Eduardo Benavides, Fernando Ampuero, Luis Hernán Castañeda, Fernando Iwasaki u Oswaldo Reynoso (pienso en El goce de la piel), etc.

Los diez que he elegido están dispuestos en orden estrictamente cronológico.

La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa (2000). En Conversación en La Catedral, Vargas Llosa ensayó algo peculiar: una novela de dictadura sin la presencia del dictador, transformado en el ubicuo fantasma detrás de todas las historias, privadas o públicas. En La fiesta del chivo el corazón de las tinieblas es el tirano, siempre visible, pero también la capacidad del autoritarismo de metamorfosearse bajo apariencias menos evidentes. Gran novela, de las mejores en el subgénero, quizá la más perdurable de las letras peruanas en la década.

La disciplina de la vanidad, de Iván Thays (2000). No sé si alguien ha hecho notar lo semejante que es la estructura de esta novela a la estructura de un blog: recortes, citas, alusiones, textos mínimos entre los que se van estableciendo casi invisiblemente una trama y un tejido que es más emocional e intelectual que argumental; si a eso le sumamos que uno de los elementos conciliatorios de La disciplina de la vanidad, en tanto novela-ensayo, es la recurrencia del tema (y los síntomas) del fetichismo de la literatura y los hacedores de literatura, entonces se explica por qué, pocos años después de publicado el libro, su autor se había establecido ya como el más leído y comentado blogger literario en lengua española. Quizá esta sea la mejor novela peruana de mi generación.

El mundo sin Xóchitl, de Miguel Gutiérrez (2001). Miguel Gutiérrez, que ha concluido la década con una novela acartonada, de pobre estilo y personajes que se desmoronan a la primera mirada (Confesiones de Tamata Fiol), la inauguró en el 2001 con uno de sus libros más interesantes: El mundo sin Xóchitl, las memorias de un anciano que, en sus últimos días, recuerda con nostalgia el amor incestuoso por Xóchitl, la hermana ahora ausente. (A propósito: ¿dónde estuvieron entonces los críticos que luego lapidaron a Claudia Llosa por incluir el incesto en Madeinusa?).



La casa del cerro El Pino, de Óscar Colchado Lucio (2003). El cuento que da título al libro, y con el cual Colchado ganó en el 2002 el prestigioso premio Juan Rulfo de narración breve, debe de ser una de las ficciones más originales escritas en el Perú sobre el asunto de la violencia política. Como en otras obras del ancashino, el rasgo más fascinante es la convivencia de una estructura narrativa experimental y arriesgadamente moderna con un contenido ideológico andino de raís mítica.

Casa, de Enrique Prochazka (2004). Prochazka elige filosofar bajo la forma de la narración y sin embargo sus textos son no sólo densamente reflexivos sino también hechos de tantos vericuetos argumentales como los que ostenta la fantástica casa que da título a la novela. Uno lee la historia con la curiosa impresión de que la próxima puerta abrirá el dormitorio de Wittgenstein, el estudio de Feyeraben o el delirante gabinete de Friedrich Nietzsche.

War by Candlelight, de Daniel Alarcón (2005). Han pasado sólo cuatro años desde que Daniel Alarcón publicó su primer libro, una colección de cuentos originalmente escrita en inglés y que pronto vio dos distintas ediciones (con dos distintas traducciones) en español: Guerra en la penumbra y, más apropiadamente, Guerra a la luz de las velas. En esta media década, Alarcón se ha vuelto un nombre familiar y una presencia repetida en el Perú, donde ya resulta irrelevante preguntarse si es un escritor propio o extraño. War by Candlelight debe ser el más consistente de sus libros: narraciones sensibles y sagaces sobre coyunturas extremas de la vida urbana contemporánea. (Comenté algo sobre War by Candlelight y la novela Lost City Radio en un artículo para Somos el año 2006 y publiqué una entrevista a Daniel en Caretas en diciembre de ese año).

Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa (2006). Recibida con dudas y murmuraciones, y pienso que muy injustamente tomada como una fantasía machista, esta novela de Vargas Llosa, entretejida como contrapunto a Madame Bovary y La educación sentimental (dos libros que releí el mes pasado), es la más fascinante saga amorosa de la narrativa peruana, la historia de un amor mil veces negado, mil veces contrariado, traicionado y malherido, entre cuyas páginas se cuentan también, con nostalgia, los hitos centrales en la educación social y política de su narrador, a lo largo de medio siglo. (La reseñé para Somos de El Comercio en mayo del 2006 y republiqué ese texto en este blog).

El fondo de las aguas, de Peter Elmore (2006). Iván Thays (como yo) eligió esta novela de Peter Elmore entre sus cinco libros favoritos del 2006, y justificó su selección, en El Mercurio de Chile, con este párrafo: "Uno de los fenómenos más interesantes es aquel que llamo Alphavilles peruanas, que consiste en crear ciudades apocalípticas, muchas inspiradas en la propia Lima. La obra más lograda de este género es esta novela estupenda que, a través de referencias a obras consagradas, y de género (policial y hasta gótico), construye una metáfora sobre la marginalidad y la corrupción pero también la reconciliación a través de la memoria". Por mi parte, recuerdo las veces en que, mientras escribía esta novela, Peter me mencionó la impresión que le había causado la lectura de Vivir afuera, de Fogwill: allí puede hallarse una pista de sus intuiciones. (Escribí algo sobre El fondo de las aguas aquí mismo).



El susurro de la mujer ballena, de Alonso Cueto (2007). La novela que terminó de consolidar la fama internacional de Alonso Cueto fue, si la memoria no me traiciona, la primera en la década en que su autor se alejó de los temas políticos o sociales y se internó de lleno en una historia personal, resucitando de paso el talento para la construcción de personajes femeninos que ya había mostrado desde sus primeros cuentos. El susurro de la mujer ballena es una historia dramática escrita en clave de modesta reflexión y con perfil bajo: una novela sencilla, sentimental, pero a la vez feroz en sus observaciones sobre los puntos en que el calculado ajedrez de las relaciones personales en la clase media burguesa se quiebra y estalla brutalmente.

La iluminación de Katzuo Nakamatsu, de Augusto Higa (2008). La literatura peruana no está demasiado acostumbrada a la aparición de narraciones como esta nouvelle de Higa, alucinada, personalísima, guiada por el olor del desvarío y la intuición de la locura, y que, en sus poquísimas páginas, es capaz de nuclear un relato anecdótico de inmensa tristeza con los delirios de una visión pesimista sobre la xenofobia, el rechazo al otro, la dificultad de los descendientes de migrantes para ingresar y mantenerse dentro de la sociedad todavía ajena en la que habitan. (La comenté con un poco más de espacio aquí).


domingo, 17 de enero de 2010

Paul Auster, Invisible.



Sinfonía nº 1 de la edad, la culpa, la memoria (inventada) y el tempus fugit hacia la vejez, Invisible. Primer movimiento (primera parte): allegro-trio, Primavera, narración en primera persona, género "novela" (erótica, social o policiaca, elija el lector, pero "novela novelesca" en todo caso). Un arranque sofisticado introduce al triángulo protagonista con ecos perversos de Nabokov y su baile de pasión y de intelecto en Risa en la oscuridad: el excéntrico y colérico Rudolf Born, todavía con su fingida identidad de francés profesor de política en Nueva York (será luego asesino y espía), su amante, la taciturna ninfómana Margot Jouffroy, y el joven norteamericano Adam Walker, poeta, traductor, aventurero y estudiante de Columbia como Auster, que ejerce de narrador y de protagonista de este bildungsroman. Géneros travestidos: fiesta cool al inicio, asesinato al final. Segundo movimiento (segunda parte): scherzo, Verano, narración en segunda persona, género "poesía". Toma las riendas de la narración el escritor de fama mundial James Freeman, que convierte el relato leído hasta ese momento en el "manuscrito hallado" de la autobiografía de su antiguo classmate Walker, quien, casi cuarenta años después de su último encuentro y ahora muy enfermo y bloqueado en la redacción del relato, le envía el borrador a su casa de Brooklyn pidiéndole que ejerza de editor, advirtiéndole con austeriana ambigüedad "que no es una obra de ficción" y, con austeriana complicidad, Freeman le confiesa al lector que "de no haber sabido que era una historia real, me habría zambullido en ella y habría tomado aquellas sesenta páginas por el principio de una novela" que continúa con el tórrido romance incestuoso de Walker con su hermana Gwyn-o-el-ardor. Tercer movimiento (tercera parte): andante, Otoño, narración en tercera persona, género "teatro". Freeman lleva a cabo un editing de las sucintas notas escritas ya en su agonía por Walker, un hombre en la oscuridad que ajusta cuentas con el pasado como Brill en la anterior novela de Auster, y redacta un nuevo capítulo de las memorias de su compañero sobre el año 1967 y la cultura contestataria y antimilitarista de los años sesenta de la guerra fría. Avanzan las intrigas biográficas, sentimentales y de novela negra, intrigas de toda suerte. Irónica visión de la poesía y la traducción. Cuarto movimiento (cuarta parte): finale: adagio, ¿Invierno?, distintas personas gramaticales, género "diarios". Traslado del lector a un Caribe cinematográfico. Atmósfera de novela de aventuras. Gwyn desmiente el incesto confesado por su hermano (contribuyendo al fuego cruzado de versiones y puntos de vista con el que Auster acribilla su texto), y le pide a Freeman que cambiando los nombres convierta en ficción la realidad autobiográfica de Walker. Final de la biografía del diabólico Born a través de los diarios de Cécile, último personaje vivo de sus jugosas memorias de ficción (¡y lectora de Vila-Matas y Vila-Matas!). Viajes por el Scriptorium, novela conceptual pero en modo alguno menor, hizo hincapié en la relación del creador con sus criaturas, y Auster mueve en Invisible, con enorme destreza de trilero, sus tres fichas favoritas, metaficción, azar y autoficción, poniendo el peso de la novela en la creación misma y arrojándola a la arena del circo literario, oficiando una vez más la ceremonia de la confusión de identidades y (auto)biografías ("el lector puede tener la seguridad de que Adam Walker no es Adam Walker"), inmerso en el juego de ficcionalizar la ficción ("cuanto más hablaba con ellos, más irreales parecían hacerse. Como personajes ficticios de una historia que fuera desarrollándose en mi imaginación", "nada de lo ocurrido parecía enteramente real"). En Escribir y ser, Nadine Gordimer, harta ya de que se le pregunte si su protagonista es una nueva máscara autobiográfica, suelta "no, Fulano no es el-que-usted-piensa-que-es. ¿Se supone que el personaje resulta ser alguna suerte de ectoplasma que brota del escritor?", y Auster contribuye aquí al contubernio autobiográfico nada menos que con dos ectoplasmas, su álter ego y narrador atalaya de la historia, James (Auster) Freeman, y el verdadero protagonista, Adam (¿Auster?) Walker. Esta vez sí se cierran las historias que se abren como cajas chinas, y Auster se ríe con elegancia de su profesión concibiendo su compleja, histriónica y brillante novela Invisible como un juego literario de la edad tardía, como una sinfonía de los géneros del discurso, de los estatutos de la ficción y de las edades del hombre (de Babelia, El País)

No se pierdan este formidable escritor de las coincidencias.

jueves, 14 de enero de 2010

Roncagliolo en su ficción



Durante una conferencia en Madrid, el escritor peruano Santiago Roncagliolo sostuvo ayer que no es nada fácil escribir una novela de no-ficción: “Da más trabajo porque conlleva más investigación y la búsqueda de testigos de la historia”, dijo en coincidencia con su par español Miguel Barroso.

Ambos literatos participaron en la mesa redonda A sangre caliente –título en alusión a la famosa obra de Truman Capote, el precursor del género–, organizada en la Casa de América de la capital española y en donde hablaron de la confluencia de la literatura y la política en la novela basada en la realidad.

Allí, Roncagliolo también indicó que, tanto en la ficción como en la no-ficción, “las historias reales son buenas cuando parecen de mentiras, y las de mentiras son buenas cuando parecen reales. Una parte del juego es que cada lector decida qué es lo que quiere que sea real y qué no”.

A su parecer, fue Capote quien, precisamente, logró conceptualizar este género dentro del periodismo ya que, con su gran reportaje-novela sobre la matanza de una familia en un pueblo norteamericano (A sangre fría), logró un libro en el que “no importa qué hicieron los protagonistas, sino el tema del mal, en lo que convierte a alguien en un asesino”.
(cultura/Perú21)

Discrepo con Roncagliolo sobre el grado de dificultada que puede presentar la creacción de una obra de ficción y no-ficción como él señala. Tampoco creo que el lector es el que decide lo "real" de cada trabajo. El escritor es el que debe crear esa "realidad" bajo el diseño de su propia estructura, es decir, hacer de la escultura capacidad para sostenerse bajo sus propias reglas, midiendo los centros de gravedad y los niveles de estética necesarios para cautivar al lector.

También dice que la historias son buenas cuando parecen mentiras y viceversa. Creo más bien que las historias son buenas cuando contienen un argumento que puede ser dilucidado a diferentes niveles de interpretación a parte de la apreciación artística independiente de todo orden, osea lo subjetivo. El argumento consistiría en la razón de las acciones de los personajes.

"Memorias de una dama", última novela de Roncagliolo, podría semejarse a una "no-ficción" como él dice, por algunas observaciones históricas. No obstante, su teoría se derrumba en su propia novela cuando los personajes juegan dentro de sus propia irrealidad tratándose de liberar mediante un humor trastabillado. Cuando intenta a media obra sobre condimentar con un caribe que nunca alcanza a florecer. Cuando las búsquedas del protagonista se simplifican para evitar profundidades, etc.

En fin, no me parece la mejor de sus novelas. Pero claro, carezco de autoridad y sobro de envidia por el contundente éxito de Roncagliolo (todo éxito es merecido) que lo coloca como uno de los indiscutibles escritores peruanos más importantes y conocido en hispanoamérica.

jueves, 7 de enero de 2010

Recomendaciones de fin de año

(A continuación dos artículos donde se encuentran las recomendaciones del año 2008 en materia de libros de parte del escritor Alonso Cueto. Que este año sea de lecturas buenas)

Muchos libros personales (quizás todos lo son)

En el mundo editorial peruano se reafirmaron dos grandes temas a lo largo del 2008. Uno de ellos fue la expansión de editoriales transnacionales como Alfaguara, Planeta y Norma, que han publicado más títulos de autores peruanos que otros años. A esta expansión en la producción se ha sumado la aparición de nuevas librerías en Lima y provincias. Aun así, seguimos teniendo menos de cincuenta librerías para una población de veintiocho millones de personas. Algunos barrios de Buenos Aires tienen más librerías que todo el Perú.



La otra característica del año ha sido, sin duda, el desarrollo de numerosas editoriales nuevas, muchas de las cuales forman la Alianza de Editores Peruanos, bajo el liderazgo de Peisa. Muchas de estas han mostrado calidad en su diagramación, diseño de portadas e impresión, con ofertas de autores nuevos e interesantes. Habría que agregar el trabajo de la Cámara del Libro, que organizó dos ferias del libro exitosas y mantiene una actitud emprendedora. El lado deficitario es, evidentemente, la nulidad de una campaña a favor de la lectura, los pocos recursos que recibe la Biblioteca Nacional y la extensión de la piratería que, esperemos, con la implementación del TLC, desaparezca, como algunos aseguran (no lo creo y espero equivocarme).

Por lo demás, otros temas del año podrían ser los siguientes:

1 La vigencia de Mario Vargas Llosa. Los homenajes de la Universidad Católica, de la Cámara del Libro y de la Municipalidad de Miraflores, así como la exposición sobre su vida y obra, y la edición del magnífico ensayo sobre Onetti, El viaje a la ficción, han sido notas importantes en nuestro año literario. A ellos habría que sumar la edición que hizo Planeta de Las guerras de este mundo y La libertad y la vida.

2 La abundancia de libros basados en experiencias autobiográficas. Libros atractivos como El hombre de la azotea, de Abelardo Sánchez León; Dos veces por semana, de Giovanna Pollarolo; A fin de cuentas, de Roberto Reátegui, y Huérfano de mujer, de Carlos Eduardo Zavaleta, así como el exitoso Busco novia, de Renato Cisneros, forman parte de esta categoría, lo mismo que la estupenda Maldita sea, de Julie de Trazegnies, y Entre el cielo y el suelo, de Lorenzo Helguero. Los artículos de Traducciones peruanas, de Gustavo Rodríguez, también forman parte de estos libros que transparentan experiencias personales.

3 La aparición de novelas originales, con interés experimental y calidad en el lenguaje: Bombardero, de César Gutiérrez, y Un lugar llamado oreja de perro, de una prosa maravillosa, de Iván Thays.



4 La persistencia del lenguaje de la crónica como base narrativa: la muy atractiva Hasta que me orinen los perros, de Fernando Ampuero, uno de los libros más vendidos del año, y Toque de queda, de Raúl Tola.

5 La novela histórica; Sangre de hermanos, de Ignacio López Merino, y La tradición secreta de Ricardo Palma, de Luis Freire, que tuvieron una gran aceptación en el público.

6 El ensayo académico. El soñado bien, el mal presente de Miguel Giusti es uno de los trabajos de filosofía mejor escritos que conozco.

7 El lenguaje intimista, de grandes virtudes poéticas: Playas, de Carlos Calderón Fajardo, y Diario de Santa María, de Edgardo Rivera Martínez.

8 La calidad de los libros para niños: El pájaro pintado, de José Watanabe, y El valle de las mariposas, de Claudia González.



Otros temas del año son la vigencia de la revista Hueso Húmero, la continuidad de las ediciones del rectorado de la Universidad Católica bajo la dirección de Ricardo Silva Santisteban, la aparición de un magnífico libro de poemas de Mario Montalbetti, 8 cuartetas en contra del caballo de paso peruano, la reedición de Los viajes del buen salvaje, de Antonio Cisneros, la actividad en los colegios de la editorial Recreo, y la gran difusión de El canalla sentimental, de Jaime Bayly, que será probablemente el libro más vendido del 2008. Los concursos de novela de Copé y de cuento de Caretas también han sido estímulos para escritores durante el año.

Una de las sorpresas del 2008 es la irrupción de un grupo de narradores jóvenes que han publicado, muchos de ellos en editoriales nuevas, con vocación y calidad. Entre ellos están Enrique Vásquez (Un poquito feliz, Norma), Jorge Harten (Noche que va callando, Mesa Redonda), Ulises Gutiérrez (The Cure in Huancayo, Revuelta), Gonzalo Casusol (Cat Food, Borrador), Aldo Vivar (El orden de la soledad, Revuelta), Patricia Miró Quesada (Herencia de familia, Mesa Redonda), Alfredo Dammert (Las batallas perdidas, Mesa Redonda), Francisco Ángeles (La línea en medio del cielo, Revuelta).

Estruendomudo publicó una de las novelas más conocidas de César Aira, Cómo me hice monja. Uno de los libros de reflexiones sobre el Perú más interesantes es, sin duda, Sueño y pasión. Apuntes sentimentales, publicado por la Biblioteca Nacional, bajo la dirección de Hugo Neira y Alfredo Vanini.

En suma, fue un año con mayor producción que otros, aunque esta siga enfrentada a las dificultades de siempre. Hemos seguido siendo un país con pocos lectores y, por lo tanto, con poco futuro.

El retorno a la realidad

Además de recordar otras novelas del 2009 como La paz de los vencidos de Jorge Eduardo Benavides, y El viaje que nunca termina, de Carlos Calderón Fajardo, hay que tener en cuenta ensayos como Regios y conservadores de Liuba Kogan y Desarrollo rural en la sierra de Carolina Trivelli, Javier Escobal y Bruno Revesz. A estos títulos pueden agregarse ensayos latinoamericanos como los de Juan Villoro, Jorge Volpi y Ricardo Piglia. Eso nos puede llevar a preguntarnos si el ensayo está volviendo a ser un género popular. Según un artículo reciente de Zadie Smith en The Guardian, todo indica que sí. Quizá llevados por la conciencia de nuestros problemas, los lectores de todo el mundo vuelven a pensar en la realidad y en la historia que los rodea. En España, una encuesta entre los críticos del Babelia, por ejemplo, cita dos libros basados en la historia como los más importantes del 2009. Anatomía de un instante de Javier Cercas, y La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina, parten de dos temas históricos conocidos. Lo mismo puede decirse del codiciado Booker Prize que el año pasado ganó HiIllary Mantel con Wolf hall, una novela ambientada en 1520, que cuenta el ascenso de Thomas Cromwell en la corte de los Tudores del rey Enrique VIII. Sin embargo, el otro tema interesante, según The New York Times, es el retorno del prestigio y aun la popularidad de los libros de cuentos con autores como Alice Munro y Mavis Gallant. Cuentos, novelas históricas, ensayos, en realidad nada de eso importa, con tal que nos dejen huella.