lunes, 28 de marzo de 2011

La bicicleta estática



¿Dónde dice que debes ser feliz? Sergi Pámies sostiene que creer en la felicidad, y además, que la merecemos, nos sujeta a la zanahoria inalcanzable. Es más, afirma, la búsqueda de la infelicidad es mucho más fructífera, pues en tal proceso, uno se divierte mucho. Sergi acaba de publicar La bicicleta estática, (qué buen título) un libro de cuentos que reproduce vivencias de su niñez, por ejemplo: la negación ante El principito o lo equivocada que está la gente al creer en la sabiduría de los niños.

El escritor también defiende al cuento como promiscuo mientras escribir una novela se acerca más a una monogamía. Que no puede escribir una novela porque ya está casado, pero con la decrepitud a la que llega el matrimonio después de algunos años cree que ahora podría intentarlo, nuevamente. Afirma que uno no debe divorciarse para volverse a casar, que es un error creer que el padecimiento será diferente con otra persona, será lo mismo. Hay que aguantarse hasta el final.

Aquí está la entrevista en Página 2.

http://www.rtve.es/television/20110316/polifacetico-sergi-pamies/417336.shtml#kmnts

jueves, 24 de marzo de 2011

Sophie Auster y Robert Desnos

Este poema interpretado por la hija de Paul Auster, The last poem:



Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar
sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre
mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían
adaptarse al contorno de tu cuerpo.
Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y
me gobierna desde hace días y años, seguramente me
transformaré en sombra.
Oh balances sentimentales.
Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las
apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta
ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios que los primeros labios y la primera frente
que encuentre.
Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de
tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre
los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que
siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.

sábado, 19 de marzo de 2011

You and me

Hoy vi Amélie y de forma inusual vi cierta claridad. Va a durar hasta el final de esta canción.

martes, 15 de marzo de 2011

Un patio



Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

lunes, 7 de marzo de 2011

Dos años sin Blanca



Dos años han pasado desde ese día, jueves 12 de marzo, en el que Blanca Varela volteó la cara contra la pared, como escribió en el último poema Nadie nos dice de Falso teclado, su último poemario, que bien puede ser leído como un poema de aprendizaje porque para morirse también hay que aprender.

Los relatos de aprendizaje, parece decirnos Blanca, no solo los escriben los jóvenes. Y como en muchos de sus poemas, los animales son los maestros. Nadie nos dice cómo voltear la cara contra la pared / y / morirnos sencillamente, pero ella los vio: así como lo hicieron el gato / o el perro de la casa/ o el elefante, dar la vuelta, caminar como quien va a una impostergable ceremonia. Y aprendió.

A través de su materialidad, la imagen del elefante que camina batiendo orejas al compás del cadencioso resuello de su trompa en la búsqueda de la pared como último refugio después de acercarse “a lo ya vivido” para olerlo, solo olerlo, el poema logra comunicarnos lo indecible, lo aterrador de ese pasaje y su misterio al que todos asistiremos: impostergable ceremonia. Para eso estamos / para morir/ sobre la mesa silenciosa / que suena, escribió en Falso teclado, poema que le da título a su último libro.

Falso teclado es el testamento poético de Blanca Varela. Un testamento que es también el relato del aprendizaje de la vida y de la muerte: momento como tumba o nacimiento / lugar de encuentro. (Giovanna Pollarolo)



Escena final

he dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna a morir

a eternidad es la oscura bisagra que cede
un pequeño ruido en la noche de la carne

soy la isla que avanza sostenida por la muerte
o una ciudad ferozmente cercada por la vida

o tal vez no soy nada
sólo el insomnio y la brillante indiferencia de los astros

desierto destino
inexorable el sol de los vivos se levanta
reconozco esa puerta
no hay otra

hielo primaveral
y una espina de sangre
en el ojo de la rosa.