martes, 30 de junio de 2009

La gran brecha


Nuestras alarmas llegan demasiado tarde y se refieren a las consecuencias y no a las causas de los problemas. En realidad no debíamos estar hoy alarmados por las marchas, los paros, los bloqueos, sino desde mucho por toda la serie de brechas sociales y culturales en las que estos conflictos nacen. Un país tan dividido como el nuestro solo puede vivir entre malentendidos e incomunicaciones. Aunque hemos progresado desde entonces, sigue vigente una frase que dijo Alexander von Humboldt a comienzos del siglo XIX: “Lima está más cerca de Paris y de Londres que del Cusco y del mundo andino”.

Esta distancia hace difícil o imposible la comunicación. Los decretos legislativos sobre la selva no le quitaban sus tierras a los nativos y los programas de distribución de agua serían beneficiosos para los pobladores cusqueños. Se trata de medidas que, a través de la inversión privada, favorecerían inmensamente a esas poblaciones. ¿Por qué fueron entonces rechazadas? Porque después de tantos siglos de distanciamiento, para muchos pobladores provincianos las medidas tienen algo de sospechoso pues vienen de un Estado que ha sido siempre centralista y que pocas veces antes se ha ocupado de ellos. Por lo tanto, los financistas y azuzadores enviados por gobiernos extraños han encontrado en los pobladores las huellas de un antiguo rencor hacia la capital, fabricado por muchos años de olvido.

Por otro lado, en Lima, muchas de estas manifestaciones en la sierra y en la selva han sido percibidas solo como expresiones de personas sin educación o sin información. Esta muestra tradicional de la indiferencia y el menosprecio limeños hacia las provincias es solo una expresión más de las brechas dramáticas que crea la incomunicación social y cultural. Una ciudad que no tiene políticas culturales de integración, que carece de muestras significativas de arte peruano, en especial andino y de la selva, que ignora en lo esencial su música, no promueve el cine, los museos y los libros, donde vivimos en la ignorancia respecto de muchas de las tradiciones culturales del resto del país, solo puede ahondar en estas brechas. La solución es, en parte, política, pero el verdadero proceso es social y cultural, y me temo que, como acabamos de comprobar, aún tomará mucho tiempo. El problema de fondo en el Perú es de comunicación y, por lo tanto, de confianza.


Este artículo fue escrito por el genial escritor Alonso Cueto http://peru21.pe/impresa/noticia/gran-brecha/2009-06-29/250258

lunes, 29 de junio de 2009

Ausencias (por inz(ne))

La semana pasada a través del magnifico twitter (que aún no sé cómo utilizar) me enteré de cómo Jackson era llevado al hospital y en unos minutos su ausencia "sucumbiría" al mundo. Abro paréntesis (los abro) para mencionar que me enteré más rápido por ese canario azul que por mi mismo trabajo, irónicamente laboro en un diario (los cierro). Durante esa mañana del jueves negro (¿o blanco? perdona Michael pero incluso cuando te vas no podemos cambiar el color) nos enteramos también de Farraw y cómo se "convertía" en un angelito, y de los amores no correspondidos de la cantante vernacular (como detesto cuando los diarios utilizan esa palabra más de 12312 veces en un mismo artículo).

Hablando de diarios insisto en mi molestia de cómo se pueden aprovechar las personas (diarios y medios de difusión) que bajo la excusa de darnos la última noticia suben la pauta publicitaria, junto con el diario te dan regalitos, y todo para que a las espaldas (aunque ni tanto) en la ausencia de alguien se saque su dinerito. Justo pe' varón, dicen.

Esa misma tarde cuanto Jackson dejó de ser Jackson para unirse al final que casi toda la humanidad enfrenta y cuando mis compañeros de oficina prendieron sus itunes para hacer el homenaje local a su música, me dije a mi mismo:
"Mi mismo, cómo me hubiese gustado que parara todo el mundo como sucede con Jackson cuando Jani se fue o cuando el novio de Juliana nos dejó, o cuando el chino se fue con su música, cómo me hubiese gustado que todo CNN hiciera una secuencia sin fin de una sola toma de la noticia pero hablando ininterrumpidamente de los niños que mueren por TBC, o de las familias enteras sacrificadas por el frio, aquellos que se van sin ser conocidos pero con mucha hambre. Hubiese sido genial que le dieran la portada de El Comercio y un completo dossier a los muertos en Irak, Irán, Palestina, Sudáfrica, Corea del Norte y tantos otros lugares en los que sabemos que ya es parte del existir el ausentarse. Cómo me hubiese gustado.


No quiero caer en esa manera cool de quejarse de las cosas, atrapar un evento mediático y volverme el nuevo MVLL. No.

Lo único que intento en mi mala prosa y redundante escritura es para mí y para ti, meditar en lo ínfima que es la vida, en cómo a los 26 años las horas pasan más veloz y pronto llega la noche cuando nadie puede trabajar. ¿Me pregunté sobre qué construyo mi vida? Aún no tengo respuesta.

Debo decir que no me asusta la muerte (no sé si a ti si) lo que me asusta es el dolor, aquel misterio que de alguna forma todos tenemos que vivir sin descubrir el por qué.

Posiblemente el día en que me toque ausentarme llegue, y al fin podré descansar. Estoy casi seguro de que CNN no estará -que pena- se lo van a perder, pero por sobre todo eso me gustaría saber que intente siquiera un poquito poner en el rostro de otros una sonrisa.

Jackson se fue, Farraw también, Alicia creo que no se quería ir, estoy seguro que Moisés tenía muchas cosas para nosotros y no pensó en irse, tampoco Álvaro y menos Jani, estoy seguro que hay mucha más gente ausente que hace falta, lo que volví a aprender de este "jueves negro", es no desperdiciar el tiempo de las personas que amo.

domingo, 21 de junio de 2009

Al otro lado del parque, el otoño

Manuela Gracia Arellano



En el patio de la escuela los chicos juegan a atrapar la luz que yo les dirijo a los ojos con mi espejo. Corren detrás de ella cuando la muevo, saltan para alcanzarla, pero yo que soy el dueño la subo y la bajo, la levanto y la hago caminar por el suelo. Ellos la pisan, pero no consiguen que se quede quieta bajo su zapatilla, yo soy el dueño, por fin, de algo que a todos les hace reir. No se imaginan de dónde viene, ni quién mueve el espejo, no sospechan siquiera, de quién se trata, hoy les puedo hacer correr detrás de la rata de luz.

Los veo desde mi ventana entrar a las nueve, cuando empiezan las clases, jugar media hora a las once, salir a correr por la pequeña pista de suelo rojo, entrenando y midiendo sus tiempos. Sus gritos jugando al fútbol, a veces llegan a desesperarme, pero me acompañan, y hasta me ilusiono con ser uno de ellos.

Soy, el que entre visillos, quiere participar de sus bromas. No recuerdo sus nombres, ni los apodos que se gritan una y otra vez, no se cansan de llamarse. Mientras, se quieren apoderar de la luz. Se insultan y ríen a carcajadas, se tiran al suelo rodando, raspándose las rodillas sólo por apoyar sus manos encima del inocente reflejo.

Invisible para todos, ya no sabría correr, aunque pudiera hacerlo. Soy el que se conforma con esperar cada mañana, en esta ventana, desde donde veo pasar mi reducido mundo, un patio de colegio y las copas de los árboles anunciando, con sus hojas ocres, al invierno.

Son las seis de la tarde, empieza a anochecer y no quedad nadie, sólo puedo esperar que mis amigos del otro lado de la tapia vuelvan. Se irán pero ellos volverán mañana ¿O también se esfumarán sin decir nada?

Así es, como se fue ella, sin pedirme permiso, sin consultarme. Se fue sin que yo sospechara nada, sin que me dijera, “Te vas a quedar solo”. No puedo perdonar, que otra vez, la vida, me hiciera semejante jugarreta. No soy el que se muere, soy el que se queda solo, el que resiste a pesar de ser más débil. Los cobardes somos siempre sobrevivientes. Ni siquiera fui capaz, de seguirte. Te fuiste y desde entonces, sigo mirando la vida detrás de los balcones que dan al parque. La soledad llegó de repente, se instaló en mis rodillas inútiles, y se resiste a dejarme.

Cada día, de los mil que parecen haber pasado desde entonces, me he preguntado, sin saber la respuesta, que he hecho tantas horas, de tantos días, en los que no supe encontrar un motivo para seguir aquí.

Ahora, tengo el juego con los niños del patio, y a veces, hasta se me escapa una sonrisa, al verlos jugar ajenos, tan cerca, tan lejos.

Aunque para ellos no sea nadie, y menos sospechen que los necesito, espero que salga el sol del otoño, sólo en mi espejo. Apenas necesito unos minutos, el tiempo de pasearlo por sus caras, que tan bien conozco ya.

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Puedo ver la casa azul.

Si espero, en este lado, pegado a la pared, seguro que aparece en el balcón del primer piso. Allí vive él.

El hombre del espejo, nos pone el reflejo del sol en los ojos. Sé quién es. Lo conozco, lo veía en el parque, siempre iba con una mujer, hablaban, se miraban y se reían. Se sentaban cerca del césped, donde jugamos al fútbol. Ella, nos devolvía la pelota que le llegaba a sus pies, con una patada fuerte. Él, siempre sentado, esperaba…

Al hombre parece que no le importa ir en esa silla de ruedas. La mujer la empuja despacio. Lo pasea, como un niño pequeño por la alameda.

Hace tiempo que ya no los he visto. Ya no van al parque. Ella no está, nunca se asoma.

Desde que comenzaron las clases, el hombre, escondido detrás de los visillos, empezó a mover el sol para nosotros. Hoy, cuando empiece el juego, yo iré a la casa azul.

**

Creo que uno de ellos a descubierto de donde sale la luz, no deja de mirar, quiere saber quién hay al otro lado. Puedo esconderme, cerrar las cortinas, que piense que aquí no hay nadie…

Suena el timbre. Me alejo del balcón, deslizo las ruedas con mis manos por el pasillo, abro la puerta, y ahí está el chaval, con la cara roja, jadeando.

- Hola, soy Manuel, ¿Estás solo? Si quieres, yo podría pasearte algún día, por la alameda del parque.

lunes, 15 de junio de 2009

¿Dónde está Alan?


Que Evo, que Chávez, las ONG’s, los radicales, terroristas, nacionalistas, izquierdistas, la mama cocha. Todos son culpables menos el gobierno. Se han perdido 34 vidas (oficialmente) en esta lucha y la Ministra Cabanillas responde en entrevistas que ella no hace los planes de la policía. ¿Entonces qué hace como cabeza de ese ministerio? Pizango coge un pase diplomático para refugiarse en la Embajada de Nicaragua. ¿Por qué no enfrenta los cargos? Viene Qorianka a defender lo que no entiende. Un bufón se pone a tocar saxofón en la marcha. Quejidos en Aguarún. Cadáveres vía aérea sin la presencia de ningún ministro para darles sepultura. El despelote total.

El último sábado 13 de junio el Ministro de Defensa, Antero Flores, apoyando la libertad religiosa en el Estadio Nacional. ¿Qué tal apoyar la libertad a la vida? Alán inaugurando el inicio de las obras en el Muelle Sur. ¿Por qué no hizo inmediatamente una conferencia de prensa para explicar los sucesos horrendos? El Perú Avanza.

Lo único que pidieron los nativos es ser escuchados. Diálogo. ¿Son tercos? ¿No entienden de modernidad? ¿No tienen educación? No, lo que no tienen, es presencia del Estado. Lo que no tienen es un gobierno preocupado por su bienestar. Un gobierno que no entiende las raíces de sus culturas y que no los respetan.

Como dijo Beto Ortiz en el programa Enemigos Íntimos tras escuchar el reclamo en la lengua amazónica de una mujer que había perdido su hijo. Esta es la imagen más explicativa del problema, que los peruanos no nos entendemos. Es que nunca dialogamos. ¿Será parte de nuestra cultura? ¿Cuántas veces has saludado al cobrador? ¿Cuántas veces él te ha saludado a ti? Porque nuestro trato intercultural está tan lleno de brechas, prejuicios, hostilidades y torpezas.

¿Por qué carajo no nos dejamos de huevadas y empezamos a vernos como peruanos?

¿Dónde está Alan?

(Mis sinceras condolencias a todos los que perdieron personas queridas en esta barbarie)