sábado, 4 de octubre de 2008

19 julio de 2023


Al salir de la ducha luces tan bella como hace 15 años, la toalla que aprieta tus senos da la sensación que te acaricia, la otra en tu cabeza te brinda la oportunidad de ser una princesa zulu. Tu despiadada sensualidad te hace invisible. Irreal. Vas caminando hacia la habitación donde ya no dormimos hace quién sabe cuánto, pero te vas meneando con la única forma que has caminado para todo, hasta cuando fuimos a bautizar a Alessandra y el cura no hacía más que agarrar su rosario fuerte cual salvavidas, como una diosa encaprichada. Tu cabello que es ahora rojo intenso como si fuera sacado de una escena de crimen pasional se suicida por tus hombros. Un portazo me cachetea el alma. Esta vez no hay marcha atrás.

Sentado en el comedor me sirvo un vaso de whisky, son las 8 de la mañana pienso, qué chucha, me respondo. Y en el primer trago que me va pateando la tráquea como futbolista encojonado tengo la certeza que todo era mejor cuando no teníamos todo esto. Miro alrededor y no termino de ver la sala, es tan grande pienso. Cuadros de Mara Rosario, le dije que su nombre sí era artístico, que por fin se decidió a pintar llenan las paredes. Más tarde vendrán a almorzar, y todo será diferente. Ya no seré parte de ellos. Habré perdido filiación. Liliana felizmente está lejos porque si no sería demasiado. Nos ha ido tan bien que estudia medicina en La Sorbona, y habla francés como si siempre lo hubiera hablado. Sería demasiado verla y contarle lo que vamos a hacer en una hora. Ella no me lo perdonaría nunca.

- Ya estoy lista. – Me dices, sin mirarme.

Al verte siento que te voy a extrañar, todos los días hasta el fin de mi vida. Porque desde que te conocí siempre te he extrañado. Porque reír a tu lado es irremplazable. Porque cada vez que te veo durmiendo siento que el tiempo se detiene, que los grillos se callan, que la luna se deja de vainas, que la noche, sus mariposas y todos venimos de puntitas como cojudos a observarte. No sé que voy a hacer sin ti.

Alessandra se levanta y sale caminando restregándose los ojos justo cuando estamos por salir. Te miro, me miras, puedo ver que todavía tienes lágrimas pero que no se atreven a rodar por tus mejillas, hasta ellas no hacen ni un carajo sin tu consentimiento.

- Te espero en el carro. – Y bajas fulminante con tus botas alucinantes.

Yo abrazo a Alessandra. Es idéntica a ti y a Liliana cuando eran chiquitas, ustedes me han estado secuestrando el corazón con ese rostro hace más de 20 años, no es justo. Papito y mamita verán al tío Rubén y regresamos a desayunar contigo ¿ya mi amor? Dile a Eugenia que te prepare lo que quieras. Rubén es hermano del esposo de Mara y es abogado.

1 comentario:

verdemundo dijo...

No te hagas la loca, que este fue para ti y por tu culpa. Chola fea.