sábado, 4 de octubre de 2008

Hoy es sábado,


hay una llovizna inconclusa, una humedad del caribe y una tristeza del carajo impregnada en cada árbol. He ido a la iglesia donde un predicador hispano pero nacido aquí, tratando de hablar un español (como dicen ellos, pero si mi amigo vasco se enterara que le dicen español a la lengua de Castilla los fusila a todos) adoptado de cubanos o boricuas porque no pronuncia la R al final de la palabra, intenta bajo todo su compostura y calva meditación hacernos creer que por ser adventistas somos la última Coca Cola del desierto. Luego la musiquita angelical que me hace sentir más pecador que nunca. Luego la oración que me hace sentir que nunca veré a Dios sentado en sus nubes con la barba de Juan Luis Guerra y una sonrisa de ortodoncia perfecta viniendo para resucitarme y llevarme una eternidad. Una eternidad, pienso absorto. ¿Qué es lo que se hace en una eternidad? Según Borges servía únicamente para hacer todo lo que se puede hacer más de una vez. De seguro mucho de lo que quisiera hacer allá no podré hacerlo porque no estarán mis personas favoritas. Creo que ningún escritor estará allá. Y si yo llego a serlo, tampoco.


Suena mi teléfono y me pongo rojo de la verguenza. Es la voz de un banco, sí, los bancos tienen voces, disfrazadas de cordialidad. Diciéndome que por no tener dinero en mi cuenta me quitarán el poco que tengo. Qué quedaré con 5 dólares. Lo peor de todo es que esos 5 dólares no puedo sacarlos. Luego me quitarán otros 15 y me quedaré con -10. Confío en que Bush nos rescate a todos aunque yo no tenga hermanos que apelliden Lehman. Porque hasta donde sé a los que tienen más dinero se les proporciona más para que no tengan -10 como yo.


Un codazo dulce me devuelve a la irrealidad de la iglesia. El predicador me mira con sus ojos de chivo expiatorio y me extiende la Biblia para que lea en voz alta. La leo con mi perfecto español, perdón castellano. La señora que me dio el codazo se rie solapa y me dice que sólo me falta la corbatita azul, que hablo como Bayly. Le sonrío en inglés y apago mi celular.


Pienso en cómo será tener -10 en el banco. Y en cómo llegué a parar aquí.

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