La noche se esparce con sus tentáculos sumergidos en tinta. Desde este balcón puedo ver cómo el viento desfigura los álamos. Al otro lado del río, las luces de las casas son como una gran araña mirándome con sus miles de ojos. Dejo caer la colilla del cigarrillo dando remolinos hasta perderse en la oscuridad del fondo de la calle. La caída es dura. Desde aquí puedo ver como el buzón del correo se ha llenado de cartas. Mañana veré si las abro. Trato de encender otro cigarrillo y el viento lo impide. El celular timbra y vibra eufórico en mi pantalón. Es Mario. Dice, acompañado de risas, que me están esperando en la despedida de soltero de su primo. Voy a ver si les caigo más tarde, respondo.
Mario llega en pocos minutos y toca el timbre. Le abro apretando un botón desde la cocina. Trae una bolsa negra. La abre. Vierte el licor y lo mezcla con agua tónica. Sus manos se mueven con la agilidad de un director de orquesta, su cuerpo es más bien el de un animal antiguo y cansado por el sobrepeso. Mario me alcanza un vaso lleno. “Siempre que me acerco al fuego, se me escurre el diablo”, en la radio, me parece una buena frase. ¿Fuego?
- La primera vez será incómodo, tu ropa luchará por permanecer en tu cuerpo. El ruido de tus zapatos cayendo de la cama son como dos balazos secos. Seguramente estarán ebrios los dos. Los alientos cargados. ¿Qué ropa interior tengo puesta? Tu piel es la de un leviatán acorazado. No entiendes. Es raro. El sonido en las otras habitaciones te presionan para dar satisfacción. Su sexo confundido. Dos almas distantes. Terminan. ¿Terminan?
La noche es una mujer que no se da cuenta que se ha ido.
- La segunda vez irás preparado. Le acariciarás el cabello como si fuera un firmamento inalcanzable. Oirás su respiración pensando que dice tu nombre. No me olvidarás esta noche. Un cuello palpitante. Sus manos que te escriben una canción en la espalda. Sus muslos logran bailar a tu ritmo. Palabras que reflejan un mar del color que tú elegiste. Su rostro se delinea con la expresión de sus cejas. Con el sonido de su cuerpo.
Ingresamos a la sala con otro vaso lleno. Mario enciende un cigarro y botando el humo mientras habla, me cuenta que conoció a René. Suspiro casi inmediatamente. ¡Tremendo animalazo que se maneja ah!
- La tercera vez debe ser la despedida.
La tercera vez quizás ha sido la mejor de todas, Mario. Ah, te acuerdas de lo que te dije de las tres veces. Justo en eso pensaba. Así deben ser las cosas con las personas que tienen compromiso o son como René. Si no todo se vuelve una relación, pues hermano. Tres y ya cumpliste. Ya, no te pongas sentimental que me pones nervioso. Mejor tómate otro trago y vamos a la despedida. Hay una bailarina que se parece a la Karen Dejo y una gringa bien taipá, habrá que ver si es gringa de verdad.
Miro los celulares sobre la mesa. Me pregunto si estas cosas nos definen. Nuestros objetos del diario. La camisa fuera del pantalón y un saco que parece tratar de arreglarlo todo. Los zapatitos cómodos. El celular de Mario es como un apéndice gastado, un perro rabioso y lleno de baba. Mi celular, a su lado, parece haberse rendido sin dar batalla. El timbre de mi celular interrumpe convulsionando. La pantalla me dice que es René. ¿No vas a contestar? Lo tomo en mis manos. Pulso ignorar. Estoy mareado, me parece gracioso que uno pueda ignorar apretando un botón. Suspiro otra vez, tomo el vaso y salgo un momento al balcón. ¿Mañana revisaré tantas cartas amontonadas? Vuelve a sonar. ¿Hasta dónde podría llegar en realidad con esta relación?
Ahora la noche es un sauce llorón y por sus ramas podría una vez más gotear mi sangre.
Inmediatamente suena el teléfono de Mario. Yo creo que es René. Pero no le pregunto. Es René, me dice. ¿Qué le digo ah? No sé. Dile que te acompañe a la despedida de soltero. No, compadre, se robaría el show.
La noche se balancea amarrada de un poste de luz.
Mario se ha quedado dormido en el sofá. Su camisa floreada me da la sensación de un lugar más feliz.
¿Y si me paso de tres?
Mario llega en pocos minutos y toca el timbre. Le abro apretando un botón desde la cocina. Trae una bolsa negra. La abre. Vierte el licor y lo mezcla con agua tónica. Sus manos se mueven con la agilidad de un director de orquesta, su cuerpo es más bien el de un animal antiguo y cansado por el sobrepeso. Mario me alcanza un vaso lleno. “Siempre que me acerco al fuego, se me escurre el diablo”, en la radio, me parece una buena frase. ¿Fuego?
- La primera vez será incómodo, tu ropa luchará por permanecer en tu cuerpo. El ruido de tus zapatos cayendo de la cama son como dos balazos secos. Seguramente estarán ebrios los dos. Los alientos cargados. ¿Qué ropa interior tengo puesta? Tu piel es la de un leviatán acorazado. No entiendes. Es raro. El sonido en las otras habitaciones te presionan para dar satisfacción. Su sexo confundido. Dos almas distantes. Terminan. ¿Terminan?
La noche es una mujer que no se da cuenta que se ha ido.
- La segunda vez irás preparado. Le acariciarás el cabello como si fuera un firmamento inalcanzable. Oirás su respiración pensando que dice tu nombre. No me olvidarás esta noche. Un cuello palpitante. Sus manos que te escriben una canción en la espalda. Sus muslos logran bailar a tu ritmo. Palabras que reflejan un mar del color que tú elegiste. Su rostro se delinea con la expresión de sus cejas. Con el sonido de su cuerpo.
Ingresamos a la sala con otro vaso lleno. Mario enciende un cigarro y botando el humo mientras habla, me cuenta que conoció a René. Suspiro casi inmediatamente. ¡Tremendo animalazo que se maneja ah!
- La tercera vez debe ser la despedida.
La tercera vez quizás ha sido la mejor de todas, Mario. Ah, te acuerdas de lo que te dije de las tres veces. Justo en eso pensaba. Así deben ser las cosas con las personas que tienen compromiso o son como René. Si no todo se vuelve una relación, pues hermano. Tres y ya cumpliste. Ya, no te pongas sentimental que me pones nervioso. Mejor tómate otro trago y vamos a la despedida. Hay una bailarina que se parece a la Karen Dejo y una gringa bien taipá, habrá que ver si es gringa de verdad.
Miro los celulares sobre la mesa. Me pregunto si estas cosas nos definen. Nuestros objetos del diario. La camisa fuera del pantalón y un saco que parece tratar de arreglarlo todo. Los zapatitos cómodos. El celular de Mario es como un apéndice gastado, un perro rabioso y lleno de baba. Mi celular, a su lado, parece haberse rendido sin dar batalla. El timbre de mi celular interrumpe convulsionando. La pantalla me dice que es René. ¿No vas a contestar? Lo tomo en mis manos. Pulso ignorar. Estoy mareado, me parece gracioso que uno pueda ignorar apretando un botón. Suspiro otra vez, tomo el vaso y salgo un momento al balcón. ¿Mañana revisaré tantas cartas amontonadas? Vuelve a sonar. ¿Hasta dónde podría llegar en realidad con esta relación?
Ahora la noche es un sauce llorón y por sus ramas podría una vez más gotear mi sangre.
Inmediatamente suena el teléfono de Mario. Yo creo que es René. Pero no le pregunto. Es René, me dice. ¿Qué le digo ah? No sé. Dile que te acompañe a la despedida de soltero. No, compadre, se robaría el show.
La noche se balancea amarrada de un poste de luz.
Mario se ha quedado dormido en el sofá. Su camisa floreada me da la sensación de un lugar más feliz.
¿Y si me paso de tres?
7 comentarios:
Me gusto está entrada,este personaje tiene miedo por eso cree solamente en los tres pasos y no quiere pasarse de ellos. Esa es mi humilde opinión.
Besos y abrazos
yo, yo no entender
en la mañana lo leí y me daba una impresión ahora otra, aa-aa :/
(esta Luly anda con wifi en la pega?)
si te pasas de tres...llegará el cuarto, el quinto y quizás la felicidad. Me has recordado una época de mi vida en que no quería compromisos con vistas a futuro... era eso, tres citas y ya, a la cuarta siempre terminé fallando y cambiando el celular. Eso se llama: "Miedo a que te hieran de nuevo" y es aceptable.
Un beso.
Luly, gracias flaca un abrazo para ti también.
Pequitas, la idea era la ambiguedad. gracias por pasar pequis.
Zayi, sí pues, el miedo te petrifica cuando se trata de un personaje que tiene un pasado que duele.
hmmm... pasarse de tres, puede ser conveniente... o no, dicen que a la tercera es la vencida
So is he or is not?... haha
Hay un exceso de imágenes que se antagonizan entre sí. No dejan de tener una calidad. El problema es que son demasiado poéticas.
Todo sugiere un suicida sin sentido en la vida. Alguien que es víctima de su indesición.
Buen manejo del lenguaje.
Pedro C.
Webbo, he might be.
Pedro C. bien que lo puedes sentir antiguo. El lenguaje es cargado?
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