lunes, 5 de octubre de 2009

Cuento 3


Ya no es la misma.

Hay días en que quiero tirarla por la ventana. Hoy por ejemplo. Son días difíciles.
Estoy a una altura considerable. No sentiría nada, lógico. Sería un final feliz e infeliz al mismo tiempo.
Despierto con ella. Ha sido una hibernación prolongada, voluntaria, útil. Soñé lo mismo otra vez; contigo y con la ventana.

Con la maldita ventana.

Sin estar alerta del todo, ya estoy parado a su lado. Sigue cerrada, reniego; sufro intentando abrirla.
Algo la sigue bloqueando. No doy con qué aún, pero con afán lo consigo.
Veo en el horizonte las islas conocidas. Es un mar inglés y claro: Sol, Peces, Nubes.

Un mar inglés.

Un viejo viento salado entra e inunda con su fresca y breve dulzura la habitación.
Ella abre los ojos un instante y yo respiro profundo, concentrado, moribundo.
El reflejo de sus cristales me devuelve mi imagen, la cama, ella.

Distinta, pienso.

Camino torpe al centro de la vivienda. Hay una mesa y otra ventana que también es pared. Al lado, el cuarto; la puerta abierta.
Me siento mal pero miro de frente. Son días nublados.
Ahora prenderla, bostezo; aprenderla, aprehenderla.

Silbidos.

Los percibo a lo lejos, son clásicos de puertos muy antiguos. Rezagos de redes añejas. Arcaicas.
Esas que cuentan con exploradores navegantes que se internan en sitios infinitos. Con calma.
Con alma.

1. Abro el escritorio. Nunca sé donde dejo los documentos importantes. Mucha capacidad sí, pero poca memoria.
O demasiadas cosas abiertas quizás. Temas urgentes y todo tan lento. Cuesta intercambiar tareas.
Desconozco las extensiones. Me hace falta carácter, un escape, espacio. O Cambiar: controlarme, alterarme, suprimirme. La ventana, insulto. Aventarla .Ventilarla.

2. Volteo al cuarto. Te miro dormir así: encogida, linda, rendida.
Un suceso nos unía, recuerdo. Éramos alquimistas sin sede; dueños de trucos de magia con flores.
Nos salimos del contexto dejándolo lejos. Luego, mudamos circuitos, desintegrándonos.
Sospecho poco pero voy programándome. No hay más batería; ni alegría, ni energía.

3. Cierro los ojos y exploro sin éxito mi momento exacto; no existe, espero.
¿Cuándo me desordené y corrompí todo? ¿Cuándo dejé de preocuparme? ¿Cuándo de luchar?
Vivo sin cable; ni guía, ni antena.
Paciencia e inteligencia, reflexiono: trabajo con ellas.

1. 2. 3.

Entro a la cocina ahora. Quiero una tortilla pero confirmo que me faltaron los huevos. Salgo.
¡Se despertó ya! Vuelvo al escritorio con vista a la ventana. Abro el correo.
Ciertas cartas cortas. Una es Pam. Las otras, invitaciones aburridas.

Escucho su voz cantando una canción que conocía. No. No es la misma que yo pensaba.

1. Almacenas mis recuerdos. Las imágenes, los sonidos, los olores. Buena parte de mi vida está ahí.
Temo que quizás tenga algo dentro. Algún virus creciente que se vuelve inexpugnable. Inexplicable, inexorable.
De pronto, emite un sonido metálico y enloquecido. Es lo que ha sido, sí, lo que he asido. Se apaga mal.
Llamar a alguien para arreglarla, no. Todo cuesta, siento. No tengo ganas; ni tiempo, ni dinero.

Pero necesito una nueva máquina, acepto.

2. Creo que mejor hablamos ahora. No entiendo tus mensajes contradictorios; complicados; confusos.
Inútil entonces es encontrar el atajo a tus sentimientos, la clave de tus secretos, el acceso a tus sentidos. Es extraño.
Es nuestra última conversación. No somos compatibles; menos comparables; somos combustibles.
Todo cambia, entiendo, no hay culpas. Se actualiza: mejora o empeora.

Y no hay garantías en el amor, confirmo.

3. Son decisiones tomadas en mi vida exagerada.
La decepción enseña, aprendo; con soluciones de sangre: natural o artificial.
Apretando bien las muelas; aunque duela, y así muera.
Ver lo que renace.

Deudas pasadas, cancelo.

1. 2. 3.

Ya no es la misma. Tampoco ella. Mi vida menos.
En cuarentena obligada. Ando algo acostumbrado. Desconectado de todo.
Procesar lo que pasó. Que le pasó. Quemé, pasados.

Estado: Alejado. La he perdido. Estoy colgado
¿Reiniciar? ¿Reiniciarla? ¿Reiniciarme?
Una pantalla azul. Como sus ojos. Comen mi alma.

La ventana, retrocedo.

Cuento Tres. Dos. Uno.



Daniel Infante.

4 comentarios:

Zayi Hernández dijo...

Muchas veces me siento así...te miento, muchas veces me siento distinto a eso...Creo que estoy en un estado de "O me reprogramo o algo no va a suceder".
Un besito.

Anónimo dijo...

Se preocupa demasiado por la estructura geométrica y pierde fuerza en la rítmica. De todas formas hay frases enternecedoras.


Pedro C.

Luly dijo...

Algo erratico el texto, no logró captar totalmente mi atención.

Besos

verdemundo dijo...

A mi me parece un buen cuento. Tiene frases muy conmovedoras.