jueves, 29 de octubre de 2009
TC (Tengo Condón)
La OMS ha declarado que la hormona de las pastillas en mención actúan como barrera, es decir, impiden la unión del espermatozoide con el óvulo. Para calmar mi calamitosa conciencia, suficiente. Para la de los creyentes, nula. Es que cuando se sigue una creencia sin mayores fundamentos razonables, no hay vuelta atrás. La religión es negar la razón, toda lógica y seguir un ideal, algo creado en el imaginario. No digo que está mal o bien. Simplemente trato de explicar el fenómeno. Los creyentes sólo confiarán en la ciencia cuando esta apoye su imaginario.
Por otro lado, en la mañana Alan García niega la información aparecida en un blog sobre su paternidad con la madre de su último hijo, fuera de matrimonio. Y Alan dice que no aduciendo su edad. No su situación de casado, católico consumado, y por lo tanto, aborrecedor de cualquier práctica sexual fuera de su matrimonio. No. Dice que está muy viejito y con los hijos que tiene, suficiente. Mmm. ¿Pretende con las últimas intenciones del TC caer bien en la próxima reunión con el Papa y por otro lado su vida personal no manifiesta mayor creencia en los mandamientos?
¿Apoya el TC el uso del condón entonces? En ese caso iría en contra de la iglesia...
Sobre temas de esta índole es mejor consultar a la ciencia, lo que dicen los técnicos. Porque los credos pueden servir para el alma flagelada. Para la persona privada en la soledad de la habitación...
Ya, ya... haciendo caso a un par de amigos que me dicen que me ven últimamente muy "opinado", mejor pongo una fuga de tensión...
miércoles, 21 de octubre de 2009
Si te pasas de tres
Mario llega en pocos minutos y toca el timbre. Le abro apretando un botón desde la cocina. Trae una bolsa negra. La abre. Vierte el licor y lo mezcla con agua tónica. Sus manos se mueven con la agilidad de un director de orquesta, su cuerpo es más bien el de un animal antiguo y cansado por el sobrepeso. Mario me alcanza un vaso lleno. “Siempre que me acerco al fuego, se me escurre el diablo”, en la radio, me parece una buena frase. ¿Fuego?
- La primera vez será incómodo, tu ropa luchará por permanecer en tu cuerpo. El ruido de tus zapatos cayendo de la cama son como dos balazos secos. Seguramente estarán ebrios los dos. Los alientos cargados. ¿Qué ropa interior tengo puesta? Tu piel es la de un leviatán acorazado. No entiendes. Es raro. El sonido en las otras habitaciones te presionan para dar satisfacción. Su sexo confundido. Dos almas distantes. Terminan. ¿Terminan?
La noche es una mujer que no se da cuenta que se ha ido.
- La segunda vez irás preparado. Le acariciarás el cabello como si fuera un firmamento inalcanzable. Oirás su respiración pensando que dice tu nombre. No me olvidarás esta noche. Un cuello palpitante. Sus manos que te escriben una canción en la espalda. Sus muslos logran bailar a tu ritmo. Palabras que reflejan un mar del color que tú elegiste. Su rostro se delinea con la expresión de sus cejas. Con el sonido de su cuerpo.
Ingresamos a la sala con otro vaso lleno. Mario enciende un cigarro y botando el humo mientras habla, me cuenta que conoció a René. Suspiro casi inmediatamente. ¡Tremendo animalazo que se maneja ah!
- La tercera vez debe ser la despedida.
La tercera vez quizás ha sido la mejor de todas, Mario. Ah, te acuerdas de lo que te dije de las tres veces. Justo en eso pensaba. Así deben ser las cosas con las personas que tienen compromiso o son como René. Si no todo se vuelve una relación, pues hermano. Tres y ya cumpliste. Ya, no te pongas sentimental que me pones nervioso. Mejor tómate otro trago y vamos a la despedida. Hay una bailarina que se parece a la Karen Dejo y una gringa bien taipá, habrá que ver si es gringa de verdad.
Miro los celulares sobre la mesa. Me pregunto si estas cosas nos definen. Nuestros objetos del diario. La camisa fuera del pantalón y un saco que parece tratar de arreglarlo todo. Los zapatitos cómodos. El celular de Mario es como un apéndice gastado, un perro rabioso y lleno de baba. Mi celular, a su lado, parece haberse rendido sin dar batalla. El timbre de mi celular interrumpe convulsionando. La pantalla me dice que es René. ¿No vas a contestar? Lo tomo en mis manos. Pulso ignorar. Estoy mareado, me parece gracioso que uno pueda ignorar apretando un botón. Suspiro otra vez, tomo el vaso y salgo un momento al balcón. ¿Mañana revisaré tantas cartas amontonadas? Vuelve a sonar. ¿Hasta dónde podría llegar en realidad con esta relación?
Ahora la noche es un sauce llorón y por sus ramas podría una vez más gotear mi sangre.
Inmediatamente suena el teléfono de Mario. Yo creo que es René. Pero no le pregunto. Es René, me dice. ¿Qué le digo ah? No sé. Dile que te acompañe a la despedida de soltero. No, compadre, se robaría el show.
La noche se balancea amarrada de un poste de luz.
Mario se ha quedado dormido en el sofá. Su camisa floreada me da la sensación de un lugar más feliz.
¿Y si me paso de tres?
lunes, 19 de octubre de 2009
El juego de la termodinámica
Se considera que las Leyes de la Termodinámica son las leyes de «más categoría» de toda la física, y por ende, de toda la ciencia. Son las más comprobadas de toda la ciencia, y se consideran auténticos pilares de la física. Si algún día se demostraran equivocadas, toda nuestra ciencia moderna se tambalearía.
Y sin embargo, pese a su importancia, son menos conocidas por el «ciudadano de a pie» que otras, como la Ley de Gravitación Universal, o la Ley de Acción y Reacción (Tercera Ley de Newton). Pues bien, en el artículo de hoy las repasaremos utilizando una divertida forma de recordarlas (una conocida formulación humorística de las tres leyes clásicas de la termodinámica, cuyo origen desconozco).
Primera Ley
La Primera Ley de la Termodinámica, en realidad sí que es muy conocida por el público en general, y posiblemente sea la ley física más conocida por todo el mundo. Se trata de la ley de conservación de la energía, que podemos enunciar así: «La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma».
Su enunciación formal es diferente, pero la idea que subyace es esa. En cualquier proceso que podemos imaginar, la energía en juego es siempre la misma. Si ganamos energía, debe ser a costa de algo o alguien, y si la perdemos, debe ir a algún sitio. No podemos obtener energía de la nada, o como dice el dicho popular, «de donde no hay, no se puede sacar».
Durante siglos, inventores de todo tipo han intentado encontrar lo que se denomina «máquina de movimiento perpetuo de primera especie»: una máquina que produce más energía de la que consume. Pero como podemos ver, eso es imposible. La Primera Ley nos lo impide.
En el juego de la termodinámica, sencillamente, no puedes ganar.
Segunda Ley
La Segunda Ley de la Termodinámica es algo menos conocida, y más «críptica». Puede que a alguno le suene como la ley de «eso raro de la entropía». En efecto, la enunciación más común de la Segunda Ley nos dice que la entropía de un sistema (cerrado y que no esté en equilibrio), tiende a incrementarse con el tiempo, hasta alcanzar el equilibrio.
¿Y eso qué significa? ¿Qué es eso de la entropía? Bueno, podemos definir la entropía como la «energía no aprovechable» para realizar un trabajo. Es decir, una energía que está ahí, pero que no podemos utilizar. ¿Y cómo es eso? Veamos, cualquier objeto del universo, por el mero hecho de estar a una temperatura superior al cero absoluto (0 K), tiene una energía interna, que denominamos calor (en realidad, siendo puristas, el calor es la transferencia de esa energía interna, pero de momento no necesitamos ser tan precisos). Pero para aprovechar ese calor, el objeto debe poder transferirlo a otro. Y para que esto ocurra, ese segundo objeto debe tener menor temperatura.
Esto es muy fácil de entender si pensamos en lo siguiente: imaginemos que tenemos una jarra de leche caliente, y otra de leche fría. Si mezclamos ambos líquidos, la leche fría se calentará, y la caliente se enfriará, hasta que tengamos toda la leche a la misma temperatura. Sin embargo, si volvemos a separar la leche en dos jarras, nunca, jamás de los jamases, una se enfriará a costa de la otra (que se calentaría), de forma natural. Al mezclar la leche de las dos jarras, hemos realizado un proceso irreversible. Si queremos volver a tener una diferencia de temperatura entre las jarras, necesitaremos una fuente de energía externa, para «bombear» el calor de una a la otra.
Así que podemos pensar que la Segunda Ley nos dice que el calor fluye de forma natural de los cuerpos de más temperatura, a los de menos. Y si queremos invertir ese proceso, necesitamos aplicar energía. Por eso los aires acondicionados y los frigoríficos consumen energía, a pesar de extraer calor (energía) de otros objetos, ya que ese calor extraído no es aprovechable.
Una de las consecuencias de esta ley (y así la definió Lord Kelvin), es que no podemos transformar el 100% del calor en energía aprovechable. O lo que es lo mismo, no existe ningún proceso de transformación de energía, 100% eficiente. En todo proceso, perderemos algo de energía, en forma de calor, que se utilizará para elevar la temperatura de algún componente de nuestra máquina, o de su entorno, y no podremos aprovechar.
Durante siglos, los inventores han intentado también encontrar una forma de transformar la energía, con una eficiencia del 100%. Pero eso sería una «máquina de movimiento perpetuo de segunda especie», algo menos ambiciosa que la de primera especie, pero igualmente imposible, ya que la Segunda Ley nos lo impide.
En el juego de la termodinámica, tampoco puedes empatar.
Tercera Ley
La Tercera Ley de la Termodinámica, sí que es una «gran desconocida» para público en general. Es «la otra», el George Harrison de la Termodinámica. Y sin embargo también es fundamental, ya que nos permite definir escalas absolutas de temperatura. Básicamente nos dice que es imposible alcanzar la temperatura de 0 K (cero absoluto), en un número finito de procesos, lo que en la práctica significa que es imposible alcanzar dicha temperatura.
Eso quiere decir que todos los objetos del universo tienen una temperatura superior a 0 K, por lo que todos los objetos del universo, tienen algo de calor, aunque sea muy poco. Y por tanto, ninguno escapa de la Termodinámica.
En el juego de la termodinámica, ni si quiera puedes abandonar.
«Ceroésima» Ley
Existe una Ley Cero de la Termodinámica. Este curioso nombre es debido a que es mucho más básica que las demás, pero se enunció con bastante posterioridad (ya teníamos una Primera Ley). Dice que dos sistemas que estén en equilibrio termodinámico con un tercero, entonces están en equilibrio entre sí. Puede parecer una perogrullada, pero es necesaria enunciarla formalmente.
Tiranía termodinámica
Si nos quedamos con las tres leyes clásicas de la termodinámica, tenemos un juego en el que nunca querríamos participar, si tuviéramos la posibilidad de elegir:
No puedes ganar.
No puedes empatar.
No puedes abandonar.
Así que sólo nos queda perder. Y ciertamente, si el universo durase lo suficiente, llegaría un momento en el que todas sus partículas estarían a la misma temperatura, y sería imposible ningún proceso termodinámico. Es lo que se conoce como la Muerte Térmica del Universo.
Pero no podemos elegir. Es el juego que nos ha tocado jugar, y no podemos cambiar sus reglas.
sábado, 17 de octubre de 2009
Mejor aborta tus ideas
Yo te voy a obligar a no abortar porque no quiero que esa criatura que se gesta en tu barriguita, vida indefensa, angelito de Dios, merece la oportunidad de vivir. Y me apoyo, en la moral, las buenas costumbres y la Iglesia Católica.
Existe en este momento una discusión en el Congreso de la República para aprobar una propuesta legislativa que permite el aborto terapéutico. La Iglesia Católica mantiene su negativa. Así también contra los métodos anticonceptivos.
¿Y después?
“De acuerdo a la ENDES 2004-2005, el 57% de nacimientos ocurridos en los últimos cinco años se produjeron sin que sus padres los hubieran deseado. Esta cifra encaja con estadísticas sobre exposición al riesgo de embarazo. En el país de 3.8 millones de mujeres sexualmente activas, alrededor del 30% o sea 1.4 millones está en riesgo de salir embarazada sin desearlo. Frente a esta contingencia algunas optan por tener un hijo no deseado y otras por interrumpir el embarazo.
En este sentido cada año se producirían 376 mil abortos clandestinos en el país y aproximadamente 1.8 millones de nacimientos no deseados. La cifra de abortos anuales sería mayor si no fuera por el uso de la píldora anticonceptiva de emergencia que ha permitido evitar miles de embarazos no deseados.”
Dos cosas.
Primero que ningún gobierno debería basar su legislación en credos religiosos. Debe ser puramente humanista. Las obligaciones del Estado deben estar dirigidas a la pluralidad cultural y religiosa de los ciudadanos. No se puede permitir, por ejemplo, que todos los peruanos paguemos impuestos, para que parte de ellos, vayan dirigidos a las arcas católicas. Si se va a hacer eso, entonces debería darse una parte a todas las denominaciones religiosas, sectas y asociaciones (de haberlas) de ateos, agnósticos y demás pócimas.
Segundo, la libertad, que para los creyentes, fue instaurada por Dios; esa que según la Biblia, permitió a Eva tomar la fruta prohibida y castigar a la raza humana; debe mantenerse bajo ese mismo principio. Que la mujer decida sobre su cuerpo. Sus razones pueden o no parecer morales, según el punto de vista de cada cual, pero es su intimidad. Los efectos de su decisión deben recaer sobre ella únicamente. Una sociedad sesgada por credos religiosos no puede elegir sobre una vida que finalmente será responsabilidad de una madre que no deseó aquel hijo.
El Estado en estos momentos atenta contra las mujeres que quieren abortar porque van a lugares ilegales y con precarios niveles de salubridad.
Ya es tiempo que esta sociedad adopte posturas en función a sus necesidades y protección a la población.
lunes, 12 de octubre de 2009
viernes, 9 de octubre de 2009
Premio Nobel de Literatura 2009
Herta Müller
La escritora, de 56 años, reside en Berlín, adonde se trasladó en 1987 junto al que entonces era su esposo, el escritor Richard Wagner.
Entre sus obras, traducidas a 20 idiomas, figuran ‘La piel del zorro’ (1992) y ‘La bestia del corazón’ (1994). También es miembro de la Academia Alemana de la Lengua y la Poesía
La flamante ganadora del Premio Nobel de Literatura 2009, Herta Müller, lucía ayer sorprendida por tal reconocimiento.
No lo puedo creer todavía. Lo sé, pero todavía no aterrizó en mi cabeza. No lo esperaba, estaba segura de que no pasaría”, declaró Müller, en una rueda de prensa ofrecida en Berlín, la ciudad en la que reside desde 1987.
Müller es alemana de origen rumano, cuya prosa impregnada de poesía fue una voz contra la dictadura de Nicolae Ceausescu, caída hace exactamente 20 años.
La dictadura “es el tema de todos mis libros”, destacó Müller. “Viví más de 30 años bajo una dictadura. Cada mañana con el miedo de no existir más por la noche”, dijo la escritora.
Nació el 17 de agosto de 1953 en el pueblo rumano germanohablante de Nitchidorf, cerca de Timisoara. Sufrió ese temor durante su infancia en Rumanía y dejó un impresionante testimonio de aquellos años en sus obras, impregnadas de los dolorosos recuerdos del sombrío régimen de Ceaucescu.
Desde su primer libro de cuentos, ‘En tierras bajas’, escrito en 1982 pero censurado en Rumanía y publicado solamente dos años después en Alemania, Müller no cesó de describir las condiciones de vida bajo la dictadura
A sus 56 años, la escritora alemana fue galardonada por haber “dibujado los paisajes del abandono” con “la densidad de la poesía y la objetividad de la prosa”.
Herta Müller se merece “de sobra” el Premio Nobel de Literatura por su “excelente prosa, que se alimenta de una experiencia personal y habla de represión, miedos, pero también de un valor increíble”, afirmó la canciller alemana, Angela Merkel.
En los más de 100 años de historia del premio, solo había sido concedido a otras diez mujeres.
La última novela de Müller, ‘Atemschaukel’, fue publicada en verano en Alemania por editorial Hanser Verlag. Trata sobre las experiencias de un alemán de 17 años, que durante la Segunda Guerra Mundial fue deportado por los rusos para trabajar en campos de concentración en la entonces Unión Soviética.
‘Atemschaukel’ está, además, entre las finalistas del Premio Alemán del Libro que se premiará la semana próxima en Fráncfort.
http://ww1.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=309289&id_seccion=7
lunes, 5 de octubre de 2009
Cuento 3
Ya no es la misma.
Hay días en que quiero tirarla por la ventana. Hoy por ejemplo. Son días difíciles.
Estoy a una altura considerable. No sentiría nada, lógico. Sería un final feliz e infeliz al mismo tiempo.
Despierto con ella. Ha sido una hibernación prolongada, voluntaria, útil. Soñé lo mismo otra vez; contigo y con la ventana.
Con la maldita ventana.
Sin estar alerta del todo, ya estoy parado a su lado. Sigue cerrada, reniego; sufro intentando abrirla.
Algo la sigue bloqueando. No doy con qué aún, pero con afán lo consigo.
Veo en el horizonte las islas conocidas. Es un mar inglés y claro: Sol, Peces, Nubes.
Un mar inglés.
Un viejo viento salado entra e inunda con su fresca y breve dulzura la habitación.
Ella abre los ojos un instante y yo respiro profundo, concentrado, moribundo.
El reflejo de sus cristales me devuelve mi imagen, la cama, ella.
Distinta, pienso.
Camino torpe al centro de la vivienda. Hay una mesa y otra ventana que también es pared. Al lado, el cuarto; la puerta abierta.
Me siento mal pero miro de frente. Son días nublados.
Ahora prenderla, bostezo; aprenderla, aprehenderla.
Silbidos.
Los percibo a lo lejos, son clásicos de puertos muy antiguos. Rezagos de redes añejas. Arcaicas.
Esas que cuentan con exploradores navegantes que se internan en sitios infinitos. Con calma.
Con alma.
1. Abro el escritorio. Nunca sé donde dejo los documentos importantes. Mucha capacidad sí, pero poca memoria.
O demasiadas cosas abiertas quizás. Temas urgentes y todo tan lento. Cuesta intercambiar tareas.
Desconozco las extensiones. Me hace falta carácter, un escape, espacio. O Cambiar: controlarme, alterarme, suprimirme. La ventana, insulto. Aventarla .Ventilarla.
2. Volteo al cuarto. Te miro dormir así: encogida, linda, rendida.
Un suceso nos unía, recuerdo. Éramos alquimistas sin sede; dueños de trucos de magia con flores.
Nos salimos del contexto dejándolo lejos. Luego, mudamos circuitos, desintegrándonos.
Sospecho poco pero voy programándome. No hay más batería; ni alegría, ni energía.
3. Cierro los ojos y exploro sin éxito mi momento exacto; no existe, espero.
¿Cuándo me desordené y corrompí todo? ¿Cuándo dejé de preocuparme? ¿Cuándo de luchar?
Vivo sin cable; ni guía, ni antena.
Paciencia e inteligencia, reflexiono: trabajo con ellas.
1. 2. 3.
Entro a la cocina ahora. Quiero una tortilla pero confirmo que me faltaron los huevos. Salgo.
¡Se despertó ya! Vuelvo al escritorio con vista a la ventana. Abro el correo.
Ciertas cartas cortas. Una es Pam. Las otras, invitaciones aburridas.
Escucho su voz cantando una canción que conocía. No. No es la misma que yo pensaba.
1. Almacenas mis recuerdos. Las imágenes, los sonidos, los olores. Buena parte de mi vida está ahí.
Temo que quizás tenga algo dentro. Algún virus creciente que se vuelve inexpugnable. Inexplicable, inexorable.
De pronto, emite un sonido metálico y enloquecido. Es lo que ha sido, sí, lo que he asido. Se apaga mal.
Llamar a alguien para arreglarla, no. Todo cuesta, siento. No tengo ganas; ni tiempo, ni dinero.
Pero necesito una nueva máquina, acepto.
2. Creo que mejor hablamos ahora. No entiendo tus mensajes contradictorios; complicados; confusos.
Inútil entonces es encontrar el atajo a tus sentimientos, la clave de tus secretos, el acceso a tus sentidos. Es extraño.
Es nuestra última conversación. No somos compatibles; menos comparables; somos combustibles.
Todo cambia, entiendo, no hay culpas. Se actualiza: mejora o empeora.
Y no hay garantías en el amor, confirmo.
3. Son decisiones tomadas en mi vida exagerada.
La decepción enseña, aprendo; con soluciones de sangre: natural o artificial.
Apretando bien las muelas; aunque duela, y así muera.
Ver lo que renace.
Deudas pasadas, cancelo.
1. 2. 3.
Ya no es la misma. Tampoco ella. Mi vida menos.
En cuarentena obligada. Ando algo acostumbrado. Desconectado de todo.
Procesar lo que pasó. Que le pasó. Quemé, pasados.
Estado: Alejado. La he perdido. Estoy colgado
¿Reiniciar? ¿Reiniciarla? ¿Reiniciarme?
Una pantalla azul. Como sus ojos. Comen mi alma.
La ventana, retrocedo.
Cuento Tres. Dos. Uno.
Daniel Infante.