Ayer, mientras miraba “Prensa Libre”, programa nocturno periodístico dirigido por Rosa María Palacios cambié mi obtusa forma de pensar con respecto a los congresistas a los que yo consideraba muñecos de adorno en la cámara. Tengo una predilección por los académicos, los que estudiaron y pudieron desarrollar una carrera política en base a esfuerzo de superación y conocimientos. Aun creo que son los que de alguna forma marcan la pauta en lo que es relevante dentro del Congreso. Por supuesto, esto es mermado por las “coincidencias” políticas y alianzas vomitivas que puedan surgir.
Nunca he sentido un acercamiento hacia los congresistas electos por popularidad. Sean los deportistas calificados, dirigentes de equipos futbolísticos, cocaleros, vedettes y otros, incluso, innombrables. Tampoco entendía como personas que no han pasado por la universidad podrían generar proyectos de ley coherentes y de beneficios integrales para la población. Pero después de escuchar la entrevista a la congresista Hilaria Supa, entendí que estaba equivocado.
Hilaria Supa nació en el distrito de Huarocondo, Anta, Cusco en 1957. Sus padres eran peones en una hacienda y su abuelo fue asesinado por defender los derechos de los campesinos. Aprendió a hablar castellano recién durante los años de su juventud. Era analfabeta. A los 15 años ya estaba casada y esperando un hijo. Y para los 22 su pareja había muerto dejándola con tres hijos más.
Los inicios como representante de su comunidad se remiten al Comité Micaela Bastidas, donde organizaba comedores para niños de bajos recursos y luchaba por las tierras de los campesinos. En 1991 se hizo secretaria de la nueva Federación de Mujeres de Anta (FEMCA), en la cual fue responsable para la alfabetización de las campesinas y la medicina tradicional. Criticó el uso irresponsable de agroquímicos.
También luchó por los derechos de las mujeres durante la época de Fujimori cuando eran esterilizadas masivamente con engaños y en condiciones de alto riesgo para su salud.
En el 2006 fue elegida como congresista por Unión por el Perú jurando en su idioma materno, el quechua.
Durante la entrevista Rosa Palacios le preguntó cómo sus conocimientos sobre los campesinos y el cultivo de la tierra eran relevantes en el Congreso. La intención de la abogada no fue minimizarla. Todo lo contrario. Le estaba dando la oportunidad para que el público pueda entender la importancia cultural que ella puede aportar al Perú. El Perú ancestral y lleno de conocimientos tradicionales. Entonces comprendí las críticas que se le hace a la congresista. Ella no es articulada ni sabe argumentar. No ha desarrollado la capacidad de hilvanar ideas completas que persuadan al público. La entrevistadora hizo un ejemplar trabajo encaminando las respuestas de la congresista y apoyándola en estructurar la intención que traían sus palabras. Hilaria Supa debería conseguir asesores que cumplan esta función.
Otro dato interesante de la entrevista fue cuando Palacios hizo mención al libro “Hilos de mi vida” biografía de la entrevistada, y relató que las madres de estas regiones mantenían a sus hijos con bajo peso para percibir la ayuda del Estado, ya que se repartía comida únicamente a niños con estas características. Por ello, es necesario Hilaria Supa, porque ella sabe realmente los problemas de su región y la inaplicabilidad de ciertas políticas.
Negar la hoja de vida de esta política y vapulearla, como lo han hecho algunos congresistas y periodistas, es negar a un sector de la población que ella representa. Es decir que el Perú contiene únicamente a los privilegiados que pudieron optar a una educación. Es ignorar a peruanos que han visto en ella cualidades de organización, de liderazgo y que han depositado en ella su confianza.
El hecho de no saber escribir correctamente o de no tener una educación académica no la disminuye en las capacidades que tiene para traducir el clamor válido de un sector de la población. Un sector que preferimos ignorar y ridiculizar por no ser lo suficientemente sofisticado. Un sector que merece del Estado educación y cuidado de la salud. Si se invirtiera más en educación y en alimentación tendríamos representantes de estas comunidades con mejores herramientas de gestión y sus proyectos serían viables.
Por ello, yo sí pido disculpas a nombre de los ignorantes. Ignorantes, (hasta hace unas horas) como yo, por perder la percepción y recurrir a fórmulas académicas. Supa, que sí supo plantarse a lo Kina y responderle al periodista Mariátegui dijo: a mí no me tienen que pedir perdón sino a los peruanos que me eligieron. A los quechuas, aymaras y amazónicos.
Espero que estos debates generen un análisis más profundo de la situación. Y que, finalmente, podamos constituirnos en una sociedad madura, respetuosa de las ideas, tradiciones y cultura de todos los peruanos.