lunes, 31 de enero de 2011

El caballo



Viene por las calles,
a la luna parva,
un caballo muerto
en antigua batalla.

Sus cascos sombríos...
trepida, resbala;
da un hosco relincho,
con sus voces lejanas.

En la plúmbea esquina
de la barricada,
con ojos vacíos
y con horror, se para.

Más tarde se escuchan
sus lentas pisadas,
por vías desiertas
y por ruinosas plazas.

JME

lunes, 24 de enero de 2011

Palabra habitada. (Recortes de la obra de Oscar Pita Grandi, Paisaje habitado)



La carátula: «Casi temía que se hundiese ahí, en esa puerta desmayada, hasta desaparecer de pies a cabeza» (página 263).

Desde el inicio de esta maravillosa novela ya se perfila el culto a la palabra, a la musicalidad y a la construcción de retazos poéticos. La urgencia del autor es hacia el lenguaje, la historia parece utilitaria para llevar al lector, pero la fuerza está en las frases, en los detalles, en la armonía.

Dottore, el protagonista, no tiene nombre, se lo llama así por ser abogado, lo lleva a un contexto jerárquico dentro de Ausonia, un componente de la sociedad que justamente busca con desenfreno el significado de las cosas que lo rodean, que lo limitan. Este personaje es también parte de un paisaje habitado, cumple una función, es una pieza, busca una verdad que le es escurridiza y que al final de la obra sorprende el engranaje de los elementos colocados desde el principio. Es un paisaje habitado también el pasado, los antiguos moradores donde creció Ausonia y donde radica el argumento.

Ausonia, que parece extraída de Italia de los años 30, es escurridiza cronológicamente, a pesar que luego la novela sí la sitúa, incluso con fechas, parece enclavada en un lugar al que no pertenece, es una mezcla de tranvías y laptops.

La primera escena, las aves estrellándose en la ventana de Dottore, es similar a Salir a robar caballos (Out stealing horses) de Per Peterson, donde Trond, viejo ya, está echado en su cama y este constante golpe de las aves lo hacen aventurarse hacia el mundo exterior, en cambio, en Paisaje habitado, este suicidio de las aves parece encerrarlo más a Dottore, avisarle de lo hostil de lo exterior, de la violencia, y lo hacen refugiarse en su mirador desde donde puede, sin necesidad de echarse al peligro, observar lo que ocurre. «Me plantaba un momento al pie del ventanal» (página 44).



Hay una pulcritud por el lenguaje que emplea Dottore, una necesidad de dar personalidad a las cosas, tiene una entrega con las objetos, por la soledad que cree padecer y porque llamándolas por el nombre que tienen les devuelve el reconocimiento de la compañía. «Sobre ellas reposaban decoradas servilletas de lino en el mismo tono de la cenefa del mantel,… un vistoso quinqué...».
«Me repetía mientras nos mirábamos como dos buques oxidados» (página 82). A veces las imágenes son tan pulidas que no concretan la urgencia de la historia.



El gran tema de este libro es la soledad. «Había comprobado que la soledad, más que tiempo y velocidad, era espacio» (página 15). El protagonista está en constante e íntima relación con las cosas, porque en su soledad son estas las que cobran un significado contundente ya que el carece de aproximaciones hacia las demás personas, es en realidad un personaje que tiene miedo al contacto, al compromiso, sólo busca lo verdadero y hermoso, sin embargo es consciente de su ominosa dureza. «Mi pequeña selva ha sido liberada» (página 364). Casi al final, Dottore descubre que son los espacios los que lo van dominando, el tiempo y la vida son solo prolongaciones de esta verdad. Los espacios, trastornados por las construcciones son los que le dan estabilidad, pero al mismo tiempo lo cercan lo deforman, son un espejo de su situación. «Si las puertas eran ventanas torturadas (estiradas en un potro inmisericorde, o enterradas al olvido hasta la cintura, por ejemplo) y las ventas eran puertas paralíticas (a las que les había amputado las extremidades inferiores por diversión y no por enfermedad o accidente, por ejemplo), entonces ‘tanto las puertas como las ventanas son esclavas de ruindades, de perniciosas prácticas de arquitectura, de salvajes parcelaciones’»
(página 182).

«Creemos que la soledad nos traerá libertad, soltura, incluso juventud, y por ese camino dirigimos nuestros pasos con una inocencia bastante absurda para un hombre adulto, que ni qué decir para uno viejo, Dottore… Pero una noche recapacitamos en que no hay nadie con quien compartir las satisfacciones. Nadie con quien ensañarse por nuestras torpezas» (página 90).

«Mi vida había sido educada par eso: trazar en secreto y soledad los senderos por donde suele marcharse la gente, y esperar porque alguien regresara a contarme las aventuras que yo me evité vivir. La soledad es un vacío poblado de recuerdos. Ningún recuerdo es vacío. Ninguna soledad se está sola en el recuerdo A fin de cuentas saber mentir es una manera de acercarse a la verdad» (página 348).



Así como en los personajes de Henry James que creen que merecen algo mejor pero que no saben qué es y que confían en el destino para cambiar el curso de su vida, Dottore parece confiar o al menos encontrar un espacio donde su vida podría tener otro significado, o al menos uno, «¿Cuál habría sido el curso de mi vida si no hubiese entrado al salón por mi café? ¿Y si antes el viento no hubiese arrebatado el diario de mi mesa? ¿Y si antes no sme hubiera antojado acomodarme el sombrero?» (página 28). Aquí muestra lo aleatorio del encuentro con Nebbia. Nebbia y el amigo íntimo de Dottore, Tomasso, son personajes que siempre lo acompañan, le ayudan, nunca lo contradicen, aliados.

Otro tema que se toca es el del amor, pero el amor a través de un proceso cognitivo. «Tenía la sensación que el amor era una prueba de resistencia» (página 32). «¿Hasta cuándo se puede amar sin renunciar a la propia felicidad? (página 35). «Ahora sé que el amor es un pequeño territorio estacionario. Una exquisita geografía que no admite certezas, atravesada muy de prisa infinidad de veces y sin reparos, mientras se es joven. Y al arribo del estío, al agotársenos belleza y vitalidad, aquel territorio se torna, inabarcable, seductor e imposible de alcanzar. Como una inquietante pesadilla, surge entonces la fealdad, arrojándonos al centro de la nada, a esperar porque un recuerdo se apiade y nos recoja» (página 48). «He confundido los límites del amor, justamente por conocerlos» (página 117). Existe solo una mención de pertenencia hacia Nebbia, a quien siempre dibuja como una criatura libre casi como una espectro «Las manos de mi mujer» (página 187). Sobre su pequeña hija, Dottore la percibe casi como un ser de luz.



La pérdida está también incluida en la novela, sobre todo la pérdida de la lucidez, ante la vida, pero como un constante crecimiento de los espacios que van recordándole lo rotundo que puede ser la soledad. «Cuando se pierde el deseo del placer, se pierde todo. Por eso, algunos viejos creen enloquecer de tedio cuando en el fondo aquella enajenación no es otra cosa que el agotamiento de la fuerza que nos empuja en busca del placer» (página 57). La ruina es la memoria.

Una negación a la arquitectura y a la construcción porque demanda espacio y por lo tanto empequeñece, hay también un desprecio de Dottore por el pragmatismo que inducen las ciencias, la ingeniería, la medicina. «Lo cierto es irse. Quedarse es ya una mentira, la construcción, paredes que parcelan el espacio sin anularlo» (página 130). El personaje no llega a relacionarse con su entorno más cercano, ni con el tiempo que también rechaza.

Hay alusiones literarias diversas, por ejemplo, esta: lanzó mierda con el ventilador, que era también una de los títulos que Bolaño usaría en vez de Nocturno en Chile, que no fue aceptada por su editor, una novela también sobre la búsqueda.

«Desde entonces me he aficionado a coleccionar amaneceres. Sumaba días, semanas, y después los borraba, los perdía, todos» (páginas 350). Parece que la búsqueda ha terminado y al mismo tiempo es el inicio, antes del muro, antes de Ausonia, esperando por el Telón.

«A fin de cuentas saber mentir es una manera de acercarse a la verdad» (página 323).

domingo, 23 de enero de 2011

Luis Jaime Cisneros (1921-2011)



Luis Jaime Cisneros murió el último jueves a los 89 años. Su vida fue un compromiso con la cultura, con la mejora de la educación, con la forja de jóvenes ciudadanos libres e ilustrados, críticos y entusiastas, capaces construir un Perú mejor.

“¿Y para qué leer? ¿Para saber algo, algo más de lo ya sabido? ¿Para estar enterados y tener idea más o menos clara de dónde venimos y adónde vamos? ¿Para atesorar en la memoria historias que un día son venganzas y premios otros días? Leemos para robustecer nuestra hermosa condición humana. No para huir de la realidad misia. No para exhibir nuestra experiencia como un lujo cultural sino para tener idea rotunda de nuestras carencias y comprender cuán necesitados estamos de la palabra de los otros, del rumor de los otros, de la presencia viva de los otros, del dolor compartido con quienes, como nosotros, son también creadores inseguros de lenguaje”. “Leer es aprender a vivir” en El Dominical, 15 de junio de 1996.

miércoles, 19 de enero de 2011

Trece relatos de terror

"Deseamos que nuestros consumidores reconozcan a Gótica como una oportunidad que brinda el Grupo La República Publicaciones para acercarles distintos géneros de lectura, terror, aventura. Y bajo el paraguas de marca encuentren en nosotros a alguien que les brinda información y lectura a un precio asequible", menciona el diseñador creativo Daniel Taipe.

Se ha lanzado una colección de algunos relatos de terror incluyendo Drácula, Frankenstein, El jinete sin cabeza, y otros. Esta apuesta del Grupo La República está dirigida a un público joven y busca conectarlo con la lectura.



Para más información http://filmsperu.pe/New/View/noticias.php?codnot=569&categoria=not

Mi amigo Daniel Taipe, (Marmota, para los amigos) nos explica de qué se trata.

martes, 18 de enero de 2011

Cien años de Vidas profundas



Hoy se cumplen cien años del nacimiento de José María Arguedas. En toda su obra la sangre, el agua, la representación de la vida y el anonimato de la existencia tratando de abrirse paso por valles, construyendo quebradas, han retratado al Perú en su esplendor de todas las culturas y la incomunicación como rasgo de su despotismo. Aquí una nota de la Revista ñ.

Exposiciones, coloquios y homenajes reivindican esta semana, al cumplirse los 100 años de su nacimiento, la figura de José María Arguedas no sólo como escritor sino como uno de los que más trabajó por la cultura andina y para reivindicar lo que él llamó un Perú de “todas las sangres”.Aunque la calidad de su prosa lo convierten en uno de los mayores escritores peruanos del siglo XX, el legado de Arguedas, un mestizo blanco con una sensibilidad netamente quechua que terminó suicidándose a los 58 años, va mucho más allá de lo meramente literario.Si con sus novelas y ensayos logró hacer visible y comprensible el mundo andino en un tiempo en el que la cultura occidental lo menospreciaba como salvaje y atrasado, sus aportaciones como etnólogo (fue un gran recopilador de tradiciones orales y artísticas milenarias) y antropólogo no se quedan atrás.Nacido en la andina Andahuyalas (sur andino) el 18 de enero de 1911, Arguedas fue el encargado de dar a conocer a la costa peruana, donde residía el poder político y económico, el valor de la cultura andina, que durante siglos había permanecido despreciada. “Arguedas nombra el Perú de ‘todas las sangres’ (título de una sus novelas); apunta a representar un país donde las distintas culturas y clases se reconcilien bajo la igualdad”, señaló el profesor Victor Vich en una entrevista a la revista de la Universidad Andina Simón Bolivar.El autor de “Los Ríos Profundos” recorrió la agreste geografía del interior de Perú recopilando música, que grabó para el Ministerio de Educación, y ayudando a salvar danzas y tradiciones, las mismas que logró llevar hasta plazas y teatros. “Iba a los coliseos a decir cómo tenían que presentarse, sin avergonzarse del quechua, ni de sus trajes típicos que, por el contrario, eran causas de orgullo, parte de nuestra identidad cultural”, señala el reconocido interprete de charango (pequeñaguitarra andina) Jaime Guardia a la revista semanal “Somos”.Todo este trabajo de Arguedas ha servido de referencia para artistas de todos los ámbitos, como siempre hace el pintor Fernando de Syszlo, máximo exponente del arte vanguardista peruano y uno de los mejores amigos del escritor, al recordar que fue él quien le hizo ver la importancia del arte popular andino.Para celebrar y reivindicar este gran legado se han preparado esta semana todo tipo de actividades, desde exposiciones colectivas como “Arguedas Hoy”, que reúne creaciones de jóvenes artistas alrededor del tema de un Perú pluricultural, a coloquios como la mesa redonda “Modernidad y tradición en la obra de José MaríaArguedas”, que se realiza el jueves en la Biblioteca Nacional.Los actos centrales, sin embargo, tendrán lugar mañana, cuando la plana mayor de la política peruana se reúna en el Congreso para un homenaje al que no faltarán el presidente de Perú, Alan García, la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, y el ministro peruano de Cultura, Juan Ossio.La ciudad de Andahuaylas, por su parte, no esperó hasta mañana para iniciar las celebraciones y desde ayer las autoridades locales lanzaron un largo programa de actividades que incluyen lecturas de la obra del escritor, una misa en quechua y manifestaciones culturales.Como colofón de fiesta, la plaza de armas de la ciudad será el escenario en la noche del martes de la serenata “Todas las voces y todos los cantos”, una celebración con música y danza tradicional como las que el propia Arguedas frecuentaba para bailar, reír y contar chistes en quechua.


viernes, 7 de enero de 2011

Pasión por los libros




Debo reconocer que soy adicto a los libros, muchas veces he pasado apuros económicos solo porque gaste más de lo debido en ellos. Es una pasión, adicción o enfermedad en realidad no lo se, pero soy feliz leyéndolos y teniéndolos en casa. ¿Y al final que haces con tanto libro? En Babelia le hicieron esta pregunta a algunos escritores.